jueves, 26 de octubre de 2006

El chamo Khonnor

Khonnor con su máscara de cachos hecha en casa.

Frank Zappa, quien era loco y genial hasta para responder a los periodistas, dijo alguna vez: “No creo en la crítica musical, escribir sobre música es como danzar de arquitectura”. Y a mí, en lo personal, la frase me hizo mella. Me cuido muchísimo de no sucumbir a la tentación de arruinar con palabras esa esencia intraducible que algún otro, con otro talento muy distinto, logró hacer sonar.

Sin embargo, este chamo llamado Khonnor lo merece. Así que con el permiso de Frank Zappa eventualmente yo me abro espacio para echar un pie sobre algunos edificios magníficos.

Conor Kirby-Long tiene hoy 18 años, cuando sacó su primer disco “Handwriting” tenía 17 y cuando comenzó a hacerlo tenía 15. Se pasó 2 años encerrado en su cuarto de adolescente de Vermont con una guitarra, una vieja computadora de finales de los 90, un micrófono desfasado, escribiendo con toda la sinceridad y la tristeza del mundo las trece canciones más desgarradoras que alguien haya producido en años.

“Handwriting” a lo mejor no fue escrito a mano, pero sin duda sí con las uñas, con los huesos y desde el estómago. Y cuando uno lo escucha se asusta por todo lo oscuro y denso que algunos jóvenes llegan a ser en silencio. Khonnor no es un virtuoso, es más bien sencillo, casi minimalista, algunos dicen que “ingenuo”; pero es meticuloso y perfeccionista en los detalles. Quiere que el pequeño ruido polvoriento suene tal cual como lo imagina en su cabeza. Así se le pasaron dos años en una habitación hasta que por fin abrió la puerta y salió el jovencito con un disco.

Escucho a Khonnor y siento tanta fascinación como vértigo. Creo que se debe a eso que llamo el “Complejo de Rimbaud”; me imagino que debe ser brutal llegar a los 17 con una obra tan sólida entre manos, con algo tan vivo y tan caliente que es como si te hubieras arrancado el corazón con los dedos en el proceso. Es como si desde muy joven te rindieras y dijeras: “nunca más podré hacer algo mejor que esto en la vida”. Pienso en Rimbaud y espero que el chamo Khonnor no decida el año que viene desaparecer “porque ya no tengo nada más qué decir al mundo”. Y sólo sepamos de él porque se dedicó al tráfico de armas, de órganos, o porque tomó en vez de su guitarra una escopeta y se fue a ajustarle cuentas a Megan (la misma rubia del colegio que le rompió el alma durante la grabación del Handwriting). Me da tristeza adelantarme al momento en que Khonnor decida no estar más.

Me da vértigo también imaginar la de Khonnors que nos estamos perdiendo justo en este instante, la de chamos geniales de quienes jamás nos enteraremos porque el mundo está demasiado ocupado escuchando la opinión experta y sublime de John Secada en un Latin American Idol.


Khonnor - Dusty

No es lo mejor de Khonnor pero es lo único que conseguí en video para compartir. Khonnor en un cementerio... curiosamente.

8 comentarios:

  1. desgarrador, tengo la piel "de gallina"...

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  2. Sublime José. Gracias por presentarme al pana Khonnor, es increíble lo que proyecta con su vouz y sus notas.

    un abrazo.

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  3. Gracias, José. Afortunadamente, aun queda mucha buena música por descubrir y compartir. Un abrazo.

    Seguimos en clave...

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  4. Que bello, el conocer a Khonnor y su música a través de tu relato. Primera vez que un cementerio me parece agradable a la vista y al oido.
    Excelente la combinación del video seleccionado para tu escrito.M. U.

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  5. Hola,
    tus palabras y ese video hicieron resonar una historia en mí que escribí y liberé, gracias a ti.
    tu amiga

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  6. conozco a varios así, a éste nunca lo he escuchado...

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  7. Ya que te gusta Khonnor, prueba con Benoit Pioulard. Su disco Précis es arrechísimo.

    En mi blog lo tienes disponible para bajarlo.

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