jueves, 6 de enero de 2011

Escorpio


El año comenzará mal. Muy mal.

Serás aguijoneado por un escorpión recién escapado de un laboratorio. No es un alacrán normal, es una especie manipulada genéticamente y estimulada con radiaciones. Su picadura duele como la mordedura de una anaconda mezclada con un cincel que te atraviesa el hueso. Pero eso no es lo más grave (la verdad es que duele tanto que te desmaya y ni te enteras), lo grave es el veneno que te inoculará con el aguijonazo. No, por supuesto que no te vas a convertir en una especie de Spiderman, esas cosas no pasan, así que vete borrando de la cabeza la máscara y el disfraz de Scorpioman. Luego de la picadura se te va a llenar el torrente sanguíneo de un metal líquido radiactivo que reacciona con las ondas de telefonía celular, las de radio y las de televisión (incluyendo las cadenas de todo tipo). Cada vez que pases cerca de alguna antena o que algún infeliz se te instale con su teléfono a intercambiar bolserías al lado, tú vas a sufrir las consecuencias; las células se te van a reagrupar, mutarás por dentro, te irás cargando como una pila de mil cosas que nadie sabe. Te vas a cargar de ondas, de palabras, de códigos, mensajitos de texto, twitters, de sinsentidos (sobre todo de mil millones de sinsentidos). Y dentro de ti se irá gestando durante meses algo que crecerá e irrumpirá desde tu vientre hacia el último trimestre del año (sí, en una escena similar a la del primer Alien que nace justo después del almuerzo… y esta vez sí que lo vas a sentir, durísimo, hasta en la raíz del pelo).

Ahora sí que tienes razón: ése que te salió de las entrañas sí que es Scorpioman. Y tú su madre/padre que le enseñará todo aquello que necesita saber para hacerse héroe y vengador. También te tocará tejerle un traje y diseñarle el antifaz. Y el mundo será un mundo más amable gracias a ustedes.

El año terminará bien. Muy bien.

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