Tengo ya un tiempo obsesionado con los circos. Me imagino que la culpa la tienen Los hermanos Chang que montaron uno y yo he estado leyendo sobre circos y viendo imágenes de circo como nunca antes en la vida. Incluso se me ocurrió que necesito en mi catálogo de “superhéroes absurdos con poderes absurdos que nadie sabe para qué sirven (y mucho menos ellos)” incluir uno con visión de rayos X que -en vez de verle la ropa interior a las damas o aquello que se oculta detrás de paredes o cajas fuertes- pudiera ver el personaje de circo que se oculta en el interior de cualquier persona.
En base a la gente que he conocido he llegado a intuir algunas cosas:
-Conozco personas que serían excelentes dueños de circo. No tienen ningún talento, viven del de los demás y se sienten generosos al retribuirles con una limosna o cualquier miseria. Se visten de ropas caras y chillonas, gritan durísimo con vozarrones bien ensayados y su última palabra a la hora de la chiquita es: “Porque lo digo yo que soy el jefe y soy quien manda en esta vaina, no joda”.
-Sé de gente que son tigres y leones, pero de circo. Rugen mucho, muestran los dientes, amenazan con las garras; pero no hacen nada a menos que el domador se los indique, sólo saben saltar si escuchan el látigo –allí sí que son capaces de meterse por un arito encendido en llamas- y sólo lo hacen porque saben que al final, para el que se porta bien, hay un filete de recompensa.
-He tenido el gustazo de haber conocido a freaks de muchas calañas. Hombres lobo, mujeres barbudas, los enanos más chiquitos del mundo, los gigantes más altos, hombres de goma, mujeres bala, niños globo, niñas aguja, siameses separados y otros por separar. Dan vértigo y un poco de desasosiego si los ves desde afuera. Con el tiempo te vas acostumbrando, hasta que llega un día en que los encuentras entrañables. Un día en que te miras al espejo y te reconoces como uno de ellos.
-Sé también de dos o tres vampiros. Seres oscuros que se mueven en las sombras. Que se chupan la sangre de las víctimas más desprevenidas. Por momentos dan ganas de lanzarlos a plena luz de sol para que se exfolien públicamente; pero hay algo fascinante en ellos que te hace disfrutar de su compañía. Casi siempre optas por dejarlos cerca, les cedes una oportunidad y otra más. Aunque intuyes en el fondo que algún día, inevitablemente, se girarán contra ti y te morderán.
-He conocido a gente que sencillamente está en el circo como espectador. Los hay de dos especies: los que disfrutan y los que critican. Los primeros comen algodón de azúcar, quieren dar maní al elefante, estallan de júbilo cada vez que su chiquito se carcajea con una voltereta dada en la pista. Los segundos miran todo con desprecio, con asco, les parece inútil, tonto, cursi, mal hecho; y también quieren darle maní al elefante, en un puñado donde camuflan un petardo para que le estalle en plena trompa. Eso sí que les da risa.
-Conozco gente-pulga. Son más abundantes de lo que uno piensa. Supuestamente hacen y predican cosas prodigiosas, portentosas, insólitas, fascinantes; pero uno nunca las ve. Uno, aunque abra bien los ojos y aguce la vista, ni se entera.
-He conocido a mujeres trapecistas. Se sienten un poco ridículas en su trajecito estrecho que les deja expuesta la mitad del fundillo. Les da vergüenza levantar la cabeza para que se note esa pluma enorme y rosada que les corona el moño. No se enteran de que cuando están allá arriba dando piruetas, metidas en su universo de danza y vértigo, a uno en la tierra le sudan las manos y en silencio se enamora.
-Sé también de muchos que se mueven tras bastidores. Sin ellos no hay circo. Son los que cuelgan la carpa, los que tensan la malla de contención, los que limpian a duras penas el charco infesto que dejan las bestias. Son aquellos a quienes tienen confinados a pasar el trapito húmedo por los asientos antes de cada función. Pero que cuando toca –a la hora en que haga falta- se montan el traje de payaso o de contorsionistas, se enfrentan con coraje (el mismo que abandona en un instante de pánico al domador) a tigres y leones. Y que cuando nadie los mira, calladitos en un rincón oscuro, toman tres limones y dos pines y hacen unos malabarismos de ensueño que te cortan el aliento, pero que no se atreven a mostrar en público jamás.
14 comentarios:
Estoy como una tía a la que quise mucho, cuando se preguntaba en cuál de los pasajes de la parábola del sembrador, encajaría élla. Asi estoy en el dilema en cuál de tus personajes del circo podría ubicarme ..... Mientras tanto ,vaya mi felicitación al fanático de los circos.
Los payasos, José. Te faltó definir a esos personajes que tratan de hacer reír a todo el mundo, complaciendo a todos los espectadores que quieren divertirse, pero que en el fondo están más tristes que los elefantes de las jaulas o los enanos que un día crecieron.
Yo tampoco sé dónde ubicarme, ando entre los freaks y los vampiros. Creo.
Un beso,
MD
El ENORME "Circo de la realidad" al que le canta Pedro Guerra... Y sus funciones no se detiene...
Prometo buscar la referencia bien, pero recuerdo haber visto una obra de tatro en Inglaterra (creo que era de Pinter) sobre un lugar que era una Universidad de día y un circo de noche. Lo mejor es que tanto de día como de noche trabajaban las mismas personas y por eso el trapecista era el profesor de lógica. Siempre pensé que era una metáfora maravillosa.
Lo he leído dos, tres veces...
Desde que tengo uso de razón odio los circos. Es un odio abismal y profundo.
Solo basto detenerme frente a la pancarta de uno cuando era peque para decidir que no me gustaban. No me gustan los payasos, no me gustan los animales encerrados, no me gusta el animador, los trapecistas me parecen descolocados, a los esperpentos los enviaría directo a Dr.90210 solo por hacerles la maldad de que fuesen comunes...
Donde me ubico? no puedo ser el espectador criticon porque jamas los he visto actuar... entonces debo ser peor? debo ser el critico de salón, ese que no mueve el culo para saber si los ovnis existen o no...
Ahora me quedo con una confusión mental... quien soy? que soy?
Besos y luego te paso la cuenta para que le deposites al analista.
(en otro orden de ideas, el único circo que no solo tolero, sino que amo con todo el alma es y sera siempre, el Cirque du Soleil, allí si me ubico como el crió que grita, palmea, se ríe, le tira las cotufas al de enfrente y luego pide disculpas con los ojos llorosos para que me perdonen pero también para que se sienten inmediatamente y me dejen disfrutar del espectáculo... =S)
Que bien escrito carajo. Bueno bro., ya que soy de tu grupo de culto, te digo, la vida se parece mas a un circo de lo que cualquiera puede pensar, por eso unos los odian y a otros les encantan, a veces te impactas, a veces te conmueves, otras veces te entristeces. En fin, ya sabes. Abrazo.
Después de leer esto me di cuenta de quiénes son los dueños del circo donde trabajo... Muy bien escrito... El circo sosmos todos
"Circo: un lugar donde los caballos, los ponies y los elefantes pueden ver a los hombres, mujeres y ninos portarse como idiotas"
Ambrose Bierce
A mi el circo, desde chica, me da mucha pena. Será por ese payaso con guitarra y silla que salia en la tele de cuya imagen nunca fui capaz de deshacerme.
VOY A LOS CIRCOS SIEMPRE
Y LLEVO A MIS HIJOS
MUERO POR LOS MAGOS
Y POR LOS TIGRES DE BENGALA.
EN EL PROXIMO NUMERO DE RASGADODEBOCA VA TU TEXTO SOBRE NOMI
www.rasgadodeboca.blogspot.com
... yo sabía que con el circo se podían hacer infinidades de metáforas, que era una tremenda cantera para los creadores de siempre: pintores, escritores, escultores... pero nunca se me ocurrió que se podía hacer lo que hiciste, algo sin pretensiones y lleno de vida y de arte...
... great, great, great...
.:.
Muchas felicitaciones por tu blog...pasaré a leerte más a menudo.
De todo hay en la viña del señor, dicen y tal vez...
Abrazos,
OA
yo soy la payasita del circo...vestida multicolor, con la boca grande y roja, el cabello despelucado y gesticulando sin cesar mientras la chiquillería aplaude entre risas...
PD: Y OJO, nada de estereotipos perversos sobre "la payasa triste"..je,je,je,je.
Cariños, JU...como siempre...excelente post
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