lunes, 25 de febrero de 2008

El complejo de Mary Poppins (o cómo hacer para que el universo entero quepa en un bolso)



Voy a confesar algo: yo detesto a Julie Andrews. Pero no es gratuito, la odio porque se lo merece. Primero por ser Sor María en La novicia rebelde (The Sound Of Music o “Sonrisas y lágrimas” –qué fuerte- como se llamó en España) y luego por ser Mary Poppins. Esa mujer no tiene idea del daño que ha hecho. Claro, yo debo ser uno de los pocos gatos en el mundo que tiene un trauma con la novicia María y la familia Von Trapo. El único que cuando los ve correr y cantar vestidos con retazos de cortina verde, con los Alpes suizos de fondo, siente unas ganas irrefrenables de coger un hacha y ensañarse contra la pantalla hasta que no quede vestigio de la película, hasta borrarla de la faz de la tierra. Yo tuve que ver como 25 veces (no exagero) esa película durante mi infancia. Coño de la madre: me sé las canciones. Me sé de memoria los diálogos a pesar de que es de las cosas más horribles que he visto en mi vida. Porque a mí mis hermanas me preguntaban: “¿Quieres ver Mazinger Z, quieres ver el mundial de fútbol o quieres ver Perdidos en el espacio?” Y yo sudaba por las palmas de las manos de la emoción, daba gracias a todos los santos porque por fin me tocaba mi turno con la tele y decía: “¡Quiero ver todo eso, gracias, muchachas!”. Se sonreían maliciosamente, se frotaban las manos y me decían: “Pues no, primero vamos a ver La novicia rebelde otra vez”.

Pero yo no venía a hablarles de La novicia rebelde (perdonen, pero es que cada vez que se asoma el tema sufro una regresión a los 6 años combinada hipersegregación de bilis y se me nubla la razón bajo una densa nube roja), yo venía a contarles sobre el complejo de Mary Poppins. Sobre ese extraño trauma heredado por toda casi todas las mujeres de la humanidad que se empeñan en meter la casa en su bolso. Quizás como un residuo ancestral que proviene de los tiempos en que éramos nómadas, una obsesión por llevar encima todo lo que se pueda. Pese lo que pese, sirva o no sirva, quepa o no quepa. Esa curiosa manía de meter la mano dentro de ese espacio recubierto de tela, cuero o plástico para sacar un ayudante de cocina, un avión, un terodáctilo, un abrelatas punta roma, unos emparedados de mortadela, un oso polar tamaño natural, un yunque. Qué sé yo, las posibilidades son infinitas, en el bolso de una mujer puede hallarse una galaxia, la mandíbula del eslabón perdido, floras y faunas endógenas que los científicos ni sospechan.

Cada vez que mi mujer me dice: “¿Me alcanzas mi celular que está allí dentro de la cartera?” Yo tiemblo, se me vienen encima ochenta años de un golpe, respiro hondo como si tuviera que enfrentarme a un parto con la mano limpia y me veo en la necesidad de meterme hasta los codos en un planeta estampado con la cara Marilyn Monroe donde (juro que no exagero en esto tampoco) me tropiezo con el libro que ya leyó, el que se está leyendo ahorita y el que se va a leer después, hay también dos o tres bolsitos verdes y negros donde están las tijeras, el cortaúñas, la crema para las manos, un jabón líquido para limpiarse al seco, colorete, lápices labiales, dentífrico, cepillos de dientes (el viejo, el nuevo, uno eléctrico sin abrir dentro del plástico), varios peines, sombra para los ojos (es curiosísimo porque ella no usa maquillaje; pero tiene todo eso allá adentro, y es buenísimo porque si te pide, por ejemplo, el cortaúñas entonces éste se avispa y le da tiempo de saltar de un bolsito al otro y siempre aparece tras quince minutos de pesquisas justo donde no debería estar), uno se machuca los dedos con las llaves de puertas olvidadas o con llaves que encajan en cerraduras que no abren a ninguna parte, de lugares donde no vive o a los que no ha ido en décadas, hay dos o tres monederos rebosantes con monedas extranjeras o fuera de circulación, un par de billeteras indigestadas hasta la obstrucción intestinal con cualquier cantidad de papeles inútiles (no se puede botar nada que uno no sabe cuándo se va a necesitar), tres bolígrafos (dos sin tinta, ideales para prestárselos a la gente cuando estás apurado).

Tú nunca encuentras el teléfono del carajo y dices: “Coño, esa vaina no está aquí”.Y ella responde con tonito obstinado: “Dame acá, chico, es que no sabes buscar”. Y lo encuentra, no sé cómo hace, pero mete la mano hasta el hombro y con la misma soltura con la que Mary Poppins sacaba una lámpara de pie, o el Gato Félix un auto convertible, ella se saca el telefonito a la primera y sin tener siquiera que asomarse adentro.

Tengo un par de anécdotas sobre bolsos insólitos. En una oportunidad estaba de visita en casa de una amiga, a quien se le había desprendido un ligamento por estar intentando abrir con todas sus fuerzas un frasco de mayonesa, y me pidió que le sacara los analgésicos del bolso. Ella no podía porque tenía un clavo sobresaliéndole por la muñeca, y el clavo quirúrgico se le enredaba con la tela de la blusa, chocaba con los apoyabrazos de la silla, se enredaba con los aros metálicos del llavero. Mejor tener la mano quieta y en alto. Yo gentilmente metí la mano en su bolso (un gordito cabrón forrado de tela con lentejuelas), pero lo hice con mucho ímpetu y entonces algo adentró se rompió. Acabé con pedacitos de vidrio clavados hasta por debajo de las uñas. “Ay, se me olvidó decirte que estaba adentro el frasco de mayonesa con el que me jodí la mano. Es para mostrarle a la gente lo difícil que es abrirlo”.

Y en otra ocasión, buscando -durante largos minutos y a tientas- los cigarrillos y el mechero naufragados dentro de la cartera de una compañera de clases, juré haber encontrado el yesquero y cuando lo saqué triunfal resulta que aquello era un potecito plástico lleno de algodón con un alacrán adentro. “Coño, se me olvidó otra vez llevarlo a los bomberos para lo del suero antiescorpio. Pobrecito, lo tengo allí desde anteayer. Muévelo a ver si sigue vivo, pero ten cuidado que la tapa no cierra bien, está medio mala”.

Hay un cuento de Cortázar llamado “No se culpe a nadie”, donde un hombre es asfixiado por su propio suéter de lana. Estoy seguro de que en alguna parte, en este momento, un bolso se está tragando a alguien de quien no se encontrará jamás ni rastro.


17 comentarios:

Nany dijo...

Que risa este post.. y lo peor es que mientras leia lo del complejo te iba a replicar con el ejemplo del gato Felix y zasssss... alli esta el gato pajuo retratado... pero se te olvido mencionar al Capitan Cavernicola (supongo que los bolsos de peluche son en su memoria) y el afro de aquel Globet... asi que, los hombres deberian tener asumido el rollo de los bolsos.. es mas... deberian saber encontrar... ;P
Por otro lado... los hermanos menores sirven solo para dos cosas: Para torturarlos y para defenderlos.
Como te habria gustado meterte en un bolso de esos traga todo y no ver la peli, no?

Anónimo dijo...

Precisamente hoy hablaba con una Sra que se quejaba de lo pesada que estaba su cartera, a lo que le respondí, todas vamos a sufrir del dolor en el hombro:Un fulano.. llamado por los médicos " Manguito rotador"por cargar ese exceso ,pero.... cuando vamos a vaciarla, todo nos hace falta y si por casualidad le sacaste algo,seguro lo necesitarás con urgencia. Seguiremos, con , nuestros bolsos de Mary Popins a los que llamaba tu padre "El Triángulo de Las Bermudas"

La Gata Insomne dijo...

qué atamel, ni pedyalite, ni hormonas, ni antidepreivo, ni glucofage!!!!!
esto es un spa anti todo!!! mañana cuando me vea el Dr. se quedará tieso y no comprenderá cómo fue que "expectoré" (perdona la palabrita) todo lo que hoy me encontró pulmones adentro!!!!
eres un c e m. Yo confieso que amé a María (seguro torturé a algún inferior)pero detesté a Mary Popins y detesto a Julie y si canta!!!! algo similar me produce Celine Dion.
qué decirte de la exacta descripción de lo que es la "vagina dentada portátil de una mujer"!!!! y las anécdotas.
esto va en serio, soy psico, y trabajo con neuróticos "normales y corrientes", hay unos que yo catalogo de: incapaces para disfrutar la vida, y ya a 2 de ellos los he mandado para este Blog
y te cuento que las facies se han relajado!!!! es decir, he notado cierta mejoría

Gracias por la terapia!!

Anónimo dijo...

Jajajaja

Es que tenemos síndrome de Diógenes pero como odiamos que la casa esté desordenada, ejercemos el síndrome en el bolso...

jajaja!

Qué bueno, U!

cariños!

Roccocuchi dijo...

Buenísimo! pero confiesa... que harías sin esos bolsos que tienen de todo...!?

Anónimo dijo...

Este post tuyo me recuerda a cuando empecé a leerte de golpe y sin poder parar. Me gustas, me encantas y me haces reir mucho porque yo hacía eso mismo con mi hermano pequeño, pobre. Que sigas así,es una gozada absoluta.

La Gata Insomne dijo...

Digamos pues:

Terapia con terapia se paga

un abrazo

Maria D. Torres dijo...

Primera cosa: GRACIAS por darme el nombre de ese cuento de Cortazar. Hace dos días se lo recomendaba a mi hijo menor, porque ha sido uno de los cuentos de Cortazar que más me ha impactado y NUNCA me acordaba.

Segundo, una maravilla de post. A mi me encanta la Novicia Rebelde, como seguramente a casi todas las niñas de alma. Y mi cartera.... qué te digo, no hago sino llevarme peos por no encontrar nunca las cosas, aunque sepa que estan adentro.

Besos y sigue, que nos entretienes mucho con tus ocurrencias

Arcangel Vulcano dijo...

Hermano tenía días sin pasar por aquí; te confieso que me he divertido un mundo.Tu estilo es único...En verdad las descripciones han sido geniales...

Un gran saludo.

Carlos Eduardo Fuenmayor dijo...

Muy bueno
Yo me la paso buscando cosas
en bolsos,morrales,gavetas
Ojala no se les ocurra tragarme
*************
UN ABRAZO

Jefferson dijo...

Muy buen post. Yo siempre le huyo a los bolsos de las mujeres, mi madre me enseño que esas cosas son sagradas y que si no quieres salir con un transtorno mental, mejor te quedas quietecito. Que cada quien encuentre lo que tiene que encontrar.

Carolina Yribarren dijo...

jajaja..y cuando uno tiene hijos pequeños, allí va ademas, algunas metras, media manzana, pedazo de papel higiénico, un carrito,etc...

UNICUA niños dijo...

¡Que bueno! Mi papá llamaba a tu entrañable película "The Sound of Mucus", ja.

Jackie dijo...

yo estaba de malhumor hoy (llevo como 10 días gruñendo) y este post me ha hecho reír a patada limpia.

Conóceme: soy la única mujer que no lleva prácticamente nada en la cartera.

Mucho gusto :)

Anónimo dijo...

Mira tú. Qué fresca!

Anónimo dijo...

cuanto odio broder!!!

asi debe ser!!!

hate runs life!!!!

jajajajajaja

un abrazo

Joaquin
www.joaquinortegascripts.blogspot.com

Mary Popin's bag dijo...

Q GRACIA! mi tienda se llama así, MARY POPIN'S BAG y precisamente por que en ella se puede encontrar de todo! aunque no debo negarte que tienes toda la razón del mundo!
fantástico post!
laura.
P.D. yo sólo buscaba imágenes de la película para colgar en mi blog...pero el destino me trajo aquí. Reflexionaré.