Siempre he pensado que alguien debería tomarse la molestia de documentar, archivar y catalogar las imágenes más elocuentes que den testimonio del momento agudo de patetismo al que hemos sido condenados los venezolanos en los últimos años. Una especie de memoria audiovisual que guarde el registro (en fotografías, propagandas, carteles, videos y documentos radiofónicos) de este proceso crónico, prolongado y altamente esteticida que desde el gobierno chavista se ha dado a la tarea de promulgar el pésimo gusto por el peor gusto. Que quede documentado todo el espanto en audio y video, a manera de vacuna colectiva que nos cree anticuerpos y nos prohíba olvidar.
Hemos visto a Epifanio (este iluminado en permanente trance, víctima de una epifanía inagotable que se empeña en revelarle puras cosas chimbas) disfrazado de cholito, de pelotero, de santero, de bandera nacional, de comandante en jefe de un ejército tan glorioso como ficticio, también de futbolista (pero de la canarinha brasileña), de obrero, de hombre de negocios y, sobre todo, de anfitrión de un teletón nauseabundo donde se asume como un híbrido de Amador Bendayán mezclado con Mussolini, con el Chunior de Radio Rochela, con Gilberto Correa y con Fidel Castro.
Ah, y recientemente, muy importante, también lo vemos de muñecote. Imaginamos que porque algún asesor de imagen le recomendó, luego de un viaje a Disney World, que trasladar la idea del muñeco del Ratón Mickey a los códigos estéticos de la revolución quedaba bien fino y les iba a funcionar de maravilla.
En estos tiempos signados por eso que Lipovetsky llama la hiperpantalla global, la ventana al mundo de Venezuela se reduce cada vez más a la proyección abrumadora de una especie de saudade por unos años 60 que realmente no vivimos. Hemos heredado (y nos los pretenden inocular como si fuéramos personajes de La naranja mecánica sometidos a un método Ludovico aún más lamentable) una serie de códigos formales, discursivos y estéticos que son el perfecto legado de esa URSS que realmente siempre nos quedó bastante lejos. Una melancolía ficticia e impostada que añora el pasado cubano que jamás tuvimos. La hiperpantalla chavista se empecina en obligarnos a los venezolanos a asumir como propios y normales métodos propagandísticos que parecen clonados de la China Popular, de Corea del Norte o de Irán.
Bien sabemos que la construcción de eso que llamamos identidad –ya sea la personal o la colectiva- se caracteriza por un proceso de autoconstrucción en el que vamos constantemente absorbiendo retazos y referentes de aquello que nos va sirviendo de influencia. Todos somos, como personas y como sociedades, una suerte de Frankenstein que en cierto punto de madurez -gracias al criterio y al buen gusto que todos deberíamos cultivar- decide minimizar o rechazar algunos de sus fragmentos constitutivos (aquellos no enorgullecen) al tiempo que nos vamos apoderando o reconciliando con otros pedazos que sí queremos o aceptamos.
El punto es que quien se alimenta de basura acaba por convertirse en ella. Llegar a las puertas del 2012 identificándose con un modelo obsoleto, mustio y anacrónico dice mucho de la pobreza nutricional de los alimentos (food for thought pero también food for soul) con los que nos hemos atiborrado a lo largo de los años. Anhelar que el futuro se parezca a la ciudad ruina que hoy es La Habana es un acto de necedad, un ejercicio extremo de estupidez y una evidencia del mal gusto en su faceta más desmadrada.
El pecado de la soberbia que se traduce en patetismo debería ser castigado. El Deus ex machina, tarde o temprano, tal como ocurría en el teatro griego, aparece para poner las cosas en su lugar. El Doctor Frankenstein -una vez más y como siempre- es castigado por su propia criatura, víctima de su muñeco hecho a su imagen y semejanza. Y así se quedará congelado en la memoria, en transmisión en vivo y directo, ridiculizado por su propio patetismo, con los pantalanes arremangados a los tobillos y los interiorcitos al aire.
Por favor, respiren hondo, soporten estoicamente el bochornoso video y véanlo hasta el final para que comprueben que el Deus ex machina se asoma incluso en estos detalles.
8 comentarios:
Esto no sólo da risa, sino una gran tristeza mezclada con pena ajena.
coleccionarlo todo
talvez hasta con la esperanza de uqe necesita ser coleccionado porque va a terminar algun día...
fabuloso tu texto, como siempre por cierto
Bueno efectivamente cumplió con sus promesas de transformación: Del paracaidista al liqui-liqui al saco y corbata al disfraz de pérez jímenes, los cuellos mao, la fase roja-rojita con espada de Bolívar, las comparsas indígenas con evo las fatigas con boina y AK-47, la camisa azul (porque lo de los rifles cómo que no salió muy bien), rojo-rojito otra vez,luego al rojo desteñido, luego las fatigas otra vez (que la moda es ciclica)... y así hasta convertirse en una caricatura de sí mismo.
Si hoy arrancase su campaña podría salir diciendo que es el candidato del cambio y quién no le crería?
Completamente de acuerdo con tus ideas José. Las propagandas desdibujan las cabezas,si; pero si no se llena el estómago, si se percibe una situación estancada y deprimente, la gente comienza a dudar del discurso, de la verdad de esas ideas. "Pan y circo" decían los romanos, tiene que haber pan, el circo solo no funciona.
Sí totalmente de acuerdo contigo...una de las peores distorsiones de este período es la que ha sufrido la estética de nuestra cultura. La promoción de la vulgaridad y la falta de educación, modales, etc. como valor desde la presidencia es difícil de catalogar. Hoy justamente publiqué en mi muro de fn un escrito de la Red de escritores y escritoras socialistas de Venezuela... Y la redacción del texto me remite a un desfile en los próceres con la banda marcial como música de fondo tocando desafinada y fuera de sincronía nuestro himno.
No puedo ver el video, de verdad no puedo.
Vi las fotos del muñeco con los pantalones abajo y ni siquiera la curiosidad por saber por qué un dummy de Chávez está sin pantalones en VTV me deja verlo.
Siempre he tenido un problema importante con la pena ajena, no puedo ver videos de gente cayéndose o equivocándose, ahora que estoy en Argentina no puedo ver las "entrevistas" que hace Susana Gimenez. Simplemente es mucha verguenza.
Y al final, creo que es mejor, me ahorro la decadencia.
Y se pone peor, José: http://www.youtube.com/watch?v=KOyvAa57THs
Ciertamente, Mauricio, el patetismo prolifera de un lado y del otro, independientemente de la bandera política se ha apoderado de nuestra estética, de nuestra retórica, se ha propagado como un virus de estupidez y mal gusto. Esa propaganda que compartes es un claro ejemplo de extremos que se tocan: la serpiente que se muerde su propia cola.
Gracias a todos por leer y comentar.
Un abrazo,
JU
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