Ha muerto Hugo Chávez Frías y, como siempre
pasa en estos casos, uno no tiene otro remedio que hablar desde la más profunda
subjetividad. Así que no me pondré caretas ni intentaré asumir un discurso
elevado que no me corresponde ni siento propio.
Confesaré que mi primera impresión al saber
de la “noticia oficial” de su fallecimiento fue la de alguien que se entera finalmente
de la muerte de un enfermo crónico con mal de Alzheimer: “hace mucho que se
había ido, hace rato que dejó de ser quien era”. Y además –cómo caer en
hipocresías e imposturas a estas horas- el difunto no fue nunca alguien digno
de mi afecto ni alabanza.
Así como puedo reconocer que Chávez fue una
figura importante y que ciertamente puso en práctica aquella frase del Che
Guevara: “Cuando lo extraordinario se hace cotidiano es porque estamos en
Revolución”, también me gustaría rescatar algunas acepciones de “importante” y “extraordinario”. Importante es para la vida de un niño el
padre que soluciona sus frustraciones a punta de golpes contra su familia.
Importante es un trauma. Importante es también todo aquello que te hace pensar
y repensar sobre lo perdido y sobre las pésimas soluciones o decisiones que se
han tomado en la vida. Extraordinario, por su parte, es también lo anormal, lo
fuera de lugar, lo lejano al orden establecido. Hay eventos, cosas y personas
extraordinariamente nocivos. Lo extraordinariamente malo existe, abunda y
muchísimo. En fin, que ni importante ni extraordinario son necesariamente sinónimos
de bueno o mejor.
Hoy día los voceros oficiales del régimen que
durante catorce años (y con la mirada puesta en el dos-mil-siempre) se
atornilló al poder nos pretenden convencer de que Chávez es “el Cristo de los
pobres de América Latina”. Que se trata de un líder que era la expresión maciza
y entrañable del amor puro. Un héroe, un mártir, una figura religiosa, la
reencarnación de Simón Bolívar. Y desde el presente se quiere imponer una
proyección –edulcorada y mitificada- de la memoria del futuro: merece estar en
el Panteón Nacional junto al resto de los héroes de la patria. Se ha puesto en
marcha una maquinaria de doble filo que le rendirá culto, se armará una
constelación en la bóveda celeste en su nombre, será venerado, canonizado, se
le adjudicará una gesta épica que realmente no tuvo ni merece. Pero como
siempre pasa, en éste y en todos los casos, ya la historia se encargará de
ponerlo todo en su justo lugar.
No soy adivino ni prestidigitador,
no conozco el futuro (ni me interesa, a menos que sea dentro del ámbito de la
creación y de la ficción especulativa) pero algo me dice con poderosa
convicción que las cosas caerán por su peso, se irán decantando, poco a poco
iremos desbrozando la maleza y limpiando la paja a ver qué queda de heno en el
fondo de todo esto.
Más que un segundo Bolívar me
temo que mañana la memoria de este difunto se parecerá más, bastante más, a la
de otro Juan Vicente Gómez, a otro José Tadeo Monagas, otro Francisco Franco,
otro Joseíto Stalin u otro Perón. Ciertamente seguirá contando con sus adeptos
y acólitos, quienes -ténganlo por seguro- se irán bifurcando al infinito en un
rizoma de muy diversos y contrastados chavismos. Su fantasma servirá como un
nuevo vellocino, un manto protector, una frazada que acobija a los autoproclamados
y vociferantes “dueños de su legado”. Ya veremos cuánto dura el impulso de esta
marea que con el tiempo irá cediendo. Ya veremos hasta cuándo resistirá el
estiramiento de su aura. Dicen que llegó para quedarse, pero la frase tiene el
tufillo también de las otras acepciones de “importante” y “extraordinario”. Hay muchas maneras lamentables o insignificantes de "quedarse".
Es inevitable para mí recordar en
estos instantes aquellas reuniones -a las que alguna vez asistí en calidad de
asomado y chofer designado- que tenía mi padre en la librería El Gusano de Luz
con sus viejos amigos de los tiempos de la lucha desde la clandestinidad contra
el dictador Marcos Pérez Jiménez (otro más de los militares presidentes que han
sido “importantes” en nuestra historia). Durante aquellas noches, tarde o
temprano, alguien ponía el tema sobre el tapete: “¿Te acuerdas cuando nos
reuníamos a escondidas y hablábamos de que algún día, quizá, recordaríamos los
tiempos de la clandestinidad y la Seguridad Nacional, y entonces ya todo habría
pasado?”. Y lo increíble es que algunos se acordaban pero con una sonrisa, se
acordaban pero por medio del filtro de la memoria que ahora se los traía al
presente como un episodio humorístico. Increíble era también que muchos de los
presentes no se acordaban. No guardaban el mínimo recuerdo. Porque la vida
había seguido su curso y ahora las luchas y las angustias eran otras. Aquello
había quedado atrás. Demasiado atrás. Porque así también funcionan los extraños
juegos de la (des)memoria.
Me despido, desde toda la
subjetividad que asumo y declaro, de Chávez con un juramento: Ni hoy ni nunca
contribuiré con una sola palabra que ni lejanamente ayude a construir la épica
o la beatificación de este difunto.
Así me encargaré de contar mi
historia y construiré mi propia memoria. Es mi derecho, mi libertad, lo más
honesto que me exige mi pensamiento crítico. Que cada quien sea libre de
construir la suya a ver hasta cuándo le aguanta.
Seguiré tu ejemplo
ResponderBorrarBrillante, sincera y auténtica reflexión. En mi larga vida he vivido esas dos períodos,el de Pérez Jiménez y el de Chávez, en el primero mi esposo perseguido por la Seguridad Nacional, y en el segundo el sufrimiento de la lejania de seres queridos, y el presente triste de tanta gente: Simonovis, Afiuni, Brito, exilados,presos políticos, familias separadas, odio entre venezolanos, no creo que " ésto se pierda, en juegos de la memoria", SMC
ResponderBorrarQuiero también ejercer ese derecho...esa libertad.
ResponderBorrarGracias por el escrito
Excelente! Yo había sentido lo mismo. Gracias por recordar lo que realmente fue esta etapa tan dura que nos tocó vivir.
ResponderBorrarGracias a mi prima llegué a tu página y a tu escrito, de paso,excelente!!!!! Me lo llevo a mi muro y lo mando a ciertas personas que valoraran tu pensamiento.
ResponderBorrarTe describes como "lunatico" pero con los pies bien puestos sobre la tierra....tienes una seguidora en mi.
Hola José. ¡Qué bueno saber de ti!...Espero que tus recuerdos peñoñeros no sean efímeros.Allá seguimos y te tenemos muy presente. Me llegó tu escrito a través de una amiga. Coincido enormemente con tus reflexiones.
ResponderBorrarUn abrazo.
Lizet Mujica
La verdad, no se puede tapar el sol con un dedo. Chávez le habrá hecho bien a algunos, pero a otros les hizo mucho daño. Al final, todo esto servirá para que los políticos no sean corruptos y sirvan como debe ser, cumpliendo y haciendo cumplir las leyes, la Constitución Nacional. También, ahora valoramos más nuestro país y debemos luchar por lograr la reconciliación entre todos.
ResponderBorrarQuerida Julieta: Gracias, una vez más, por leer y comentar. Y muy honrado de que decidas sumarte a mi propuesta.
ResponderBorrarQuerida Sofía: Gracias por tu comentario. Especialmente gracias a ti y a papá por el legado valiosísimo que me han dejado y me seguirán dejando siempre.
Sol: Ricardo Piglia dice que los vencedores escriben La Historia Oficial (así en letras doradas y mayúsculas) pero que le toca a la resistencia contar la(s) otra(s) historia(s). Al final esas pequeñas historias alternativas terminan a la larga dinamitando las bases de la Historia. Es nuestra opción, nuestra libertad, nuestro derecho, pero también nuestro deber aportar algo para la construcción de esas otras historias.
Unknown: Hay que recordarlo y contarlo con pleno derecho al pensamiento crítico y según el filtro de la propia memoria. Gracias por tu lectura y comentario.
Lilian: Muchas gracias por leer, comentar y compartir. Muy honrado. Recibe una abrazo.
Lizet: ¿Cómo crees que me puedo olvidar de ti? A los buenos maestros se les lleva siempre con un orgullo a prueba de todo. Recuerdo algunas de tus clases como si hubieran sido ayer. Qué honor y qué alegría este reencuentro por esta vía. Abrazos muy fuertes.
Toña: Suscribo tu comentario. Creo que en los últimos años hemos ganado una conciencia política y un compromiso que nos hacía falta. Un abrazo.
José U.
Pura Basura tu articulo, toma una soga y ahorcate, ya que puedo analizar que no tienes ningun sentido ni objetivo en tu vida....
ResponderBorrarGracias, Anónimo, por tu valentía de decir las cosas con tu nombre y apellido. Y sobre todo por dejar evidencia de todo el amor que proclaman y que sistemáticamente les inoculó su amado líder. Salud para ti.
ResponderBorrarSin desperdicio. Lo compartiré con mis colegas allende.
ResponderBorrarLos recuerdos, la vida misma, lecciones de vida y de muerte para todos....Adelante, siempre hacia adelante como todo buen Venezolano esperanzado que ama a su patria cada día mas. Ojala el tiempo demuestre que realmente somos mas con deseos de avanzar y llevar esta hermosa tierra a la prosperidad. Dios no deja de enseñarnos.
ResponderBorrarUrriola, en este mundo de encuestas, tienes mayoria de comentarios positivos y estimulantes. Felicitaciones, siempre disfruto tu blog, por lo variado de los contenidos , por lo bien escrito y sobretodo por la autenticidad de tus reflexiones, por eso es un gusto pasar por aquí. Gracias, C. Casano.
ResponderBorrarMuy bien escrito y muy sincero. Además, expresa, en el fondo, el sentimiento de muchos. Gracias...
ResponderBorrarJosé Santos, tu papá desde donde esté debe estar rebosando orgullo! Ese Peñón como que parió la generación de relevo en muchos frentes... Gracias por escribir la historia en la que creo, de la que soy testigo, y con la que comulgo.
ResponderBorrarJosé Santos, tu papá desde donde esté debe estar rebosando orgullo! Ese Peñón como que parió la generación de relevo en muchos frentes... Gracias por escribir la historia en la que creo, de la que soy testigo, y con la que comulgo.
ResponderBorrarExcelente artículo y mejor aún tu respuesta al primer anónimo! Te felicito y desde ahora te sigo.
ResponderBorrarGracias por las otras historias; además de la autenticida y la lucidez que aportan, hacen que pase un rato estupendo leyéndote.
ResponderBorrarY tu prosa probablemente sea más valiente que los golpes y contragolpes marciales de ese iluminado.
Saludos,
Begoña C.