Me
acabo de enterar de la muerte de Gustavo Cerati. Sí, es cierto que es ley de
vida y que son muchos los que se han ido este año (como en todos). También es
verdad que esa vida que llevaba Cerati, inconsciente y postrado en una cama
clínica desde hace 4 años, no era vida. La razón en estos momentos te dice que
era lo justo, lo más sano, lo mejor, que ya descansó, que qué alivio y
seguramente estará ahora mismo mucho mejor; pero los duelos –cuando la tristeza
pega de verdad– no tienen nada que ver con la razón. Se fue Cerati, y aunque
hace mucho que ya estaba ido, el mundo hoy me parece un poco más vacío y un
poco menos amable también. He aprendido a respetar el derecho de cada quien a
llorar y honrar a sus muertos –independientemente de haberlos conocido en
persona o no, eso es potestad de cada quien- así que hoy haré uso de ese
derecho: ¡Coño, se murió Cerati y qué tristeza más grande!.
Hace
4 años, cuando Cerati sufrió el ACV después de su concierto en Caracas, escribí
un texto, “Gustavo y los nuestros”, con la esperanza de que se recuperara.
Había en ese momento una necesidad (una necedad, podría decir) infantil de mi
parte: no te vas, Gustavo, aquí te vamos a estar esperando porque tienes que
volver, te quedas aquí. Su vuelta por el universo tenía que ser algo
provisional, un mientras tanto, una excusa para irse por un rato, reinventarse,
componer nuevas letras y nuevas músicas, pero siempre para regresar. No podía
haber otro desenlace, me negaba en redondo. Y soñaba con verlo de nuevo subido
a la tarima, más viejo, más calvo, igual de flaco pero con más barriga –sí, como
todos– y abrir su concierto con un: “Hola, ¿me extraniaron?”.
Claro
que te extrañamos, Gustavo, y hoy más que nunca que sabemos ya que no vas a
volver.
Ese
mismo año en el que Cerati sufrió su apagón nos tocó hacer maletas en casa para
venirnos a vivir a México. Y de las primeras cosas que hizo mi esposa fue
regalarme una foto de Cerati tomada durante su última visita al D.F. Esa foto
me acompaña todos los días, aquí colgada muy cerca del escritorio donde trabajo
y escribo. Gustavo es testigo y cómplice de mi día a día. Se me ha hecho un
ritual: levanto la cabeza, lo miro, y menos mal que nadie mira ni oye porque
hasta le hablo. Es como un pana que me ha acompañado a lo largo de la vida, de
una manera u otra ha estado siempre en la película y en el soundtrack de mis
días desde los tiempos de la adolescencia.
Creo –miento, estoy seguro– que no he logrado construir una
identificación semejante con ninguna otra figura pública jamás. Debe ser
también al artista que más he citado y de los que más historias propias (de las
que se cuentan y de las que no) me ha regalado.
Yo
le debo un montón a ese narizón, y me enorgullece reconocerlo. Porque en este
mundo que se acabó pareciendo tan poquito a lo que hubiéramos esperado de él,
había un oasis, un refugio, una trinchera para resguardarse y sentirse por fin
a gusto y a salvo: nos quedaba Cerati.
Quienes nos conectamos con su obra sabemos bien de lo que hablo.
Así
que con grandísima tristeza y acudiendo a la resignación agridulce que se
impone en estos momentos me despido: Libre, finalmente, Gustavo, para dar tu
vuelta por el universo. Gracias por la música, las letras y todo lo demás.
10 comentarios:
Me acabo de quedar muerta...
Amaba a ese cantante... era de culto para mi, siento estremecimiento.
Ufff terrible noticia.
Abrazo
Y tus letras nos llevan a recordar tantas vainas buenas que pasaron con su música de fondo. Pero -y vuelves a tener razón- no solo su música, era como un pana que "estaba ahí", no sé en dónde carajo, solo estaba ahí y uno se sentía como con algo de él que estaba en tu playlist y, por supuesto, esperando por lo próximo.
Yo no sé si está mejor o no ahora. No sé si él sabe lo que le está pasando. Tampoco sé si eso de "ahora está más vivo que nunca" tengo que tragármelo. Lo que sí sé es que ese pana se metió dentro como pocas personas ajenas a uno (o panas anónimos) logra hacerlo. Su música, su trayectoria, sus conciertos, qué sé yo. Va a hacer falta pues porque ya sabemos que no habrá más "Gustaaavo...Gustaaavo...Gustaaavo...". Toca una lágrima acá, escondido en el baño de la oficina, y más tarde con un vino, al lado de mi esposa, en casa escuchándolo.
Gracias por tus palabras.
Como lo lamento, se lo mucho que le admiraste . Por cierto, oi esta mañana en un programa de radio, a la psicóloga Maria Isabel Parada , de Psicólogos sin fronteras,que el duelo habia que vivirlo, " la persona que perdimos nunca la vamos a olvidar, y agradecer todo lo bueno que ella nos dejó y enseñó. Basados en ese recuerdo, comprometernos a ser mejores personas". Yo lo tomé por nuestros difuntos, sin pensar que en la tarde nos dejaría Cerati, C.Casano.
"UNO NO MUERE CON EL ÚLTIMO RESPIRO (DECÍA MENJAK). UNO MUERE CUANDO NO QUEDA NADIE CAPAZ DE RECORDARNOS, CUANDO LAS HUELLAS Y LAS MARCAS SE HAN BORRADO DE ESTA TIERRA, CUANDO DA LO MISMO QUE HAYAMOS EXISTIDO.
UNA PARTE NUESTRA SIEMPRE SE CONSERVA EN LOS CORAZONES DE QUIÉNES HEMOS AMADO, EN AQUELLAS PERSONAS QUE HEMOS TRANSFORMADO, EN LA GENTE QUE HEMOS AYUDADO...
MIENTRAS ELLOS VIVAN, VIVIREMOS EN ELLOS...
ESE ES EL SECRETO DE LA VERDADERA TRANSCENDENCIA"
DAIANA SLIPAK.
"UNO NO MUERE CON EL ÚLTIMO RESPIRO (DECÍA MENJAK). UNO MUERE CUANDO NO QUEDA NADIE CAPAZ DE RECORDARNOS, CUANDO LAS HUELLAS Y LAS MARCAS SE HAN BORRADO DE ESTA TIERRA, CUANDO DA LO MISMO QUE HAYAMOS EXISTIDO.
UNA PARTE NUESTRA SIEMPRE SE CONSERVA EN LOS CORAZONES DE QUIÉNES HEMOS AMADO, EN AQUELLAS PERSONAS QUE HEMOS TRANSFORMADO, EN LA GENTE QUE HEMOS AYUDADO...
MIENTRAS ELLOS VIVAN, VIVIREMOS EN ELLOS...
ESE ES EL SECRETO DE LA VERDADERA TRANSCENDENCIA"
DAIANA SLIPAK.
Se nos fue y con él murió parte de nuestra vida. Así de implacable es el tiempo, así de frágil la vida, así de irreversible la muerte. Pero quedan la música y los recuerdos... Hasta que nos toque partir a nosotros.
Me conmovió sobremanera la partida de Gustavo Cerati a quien aprendí a admirar gracias a Sofía y Fanny, desde que pertenecía a Soda. Los recuerdo cuando se presentaron en Cine Móvil El Cafetal y tuve la dicha de escucharlos desde mi balcón. Ellas y sus primos estaban en dicho concierto.
Mi chiquita sera el primer angelito en recibirlo y a El lo escucharemos por el universo con sus "gracias totales"
Recuerdo el mar, soñé estar aquí y no recuerdo despertar.
Qué nostalgia de todo che.
x
"Los duelos no tienen nada que ver con la razón" me encantó esta frase.
Y aprovecho para decirte que me encanta como escribes, es tan "normal", tan cercano, logras transmitir perfectamente tus sentimientos y es inevitable sentir empatía, además no hay mejores cuentos que los venezolanos. Ya hace muchos años que guardé tu blog pero recién por coincidencia retomé leerlo y no he parado, me he reído con muchos, menos con este :( pobre de Gustavo y pobre de nosotros los que lo admiramos.
Muchas gracias por leer y por tu comentario, Cris CM. Por lo general tratamos de reír y hacer reír, a veces no se puede (como por ejemplo en este tema de Cerati que qué tristeza el vacío que nos dejó). Saludos.
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