“La revolución necesita ser regada con la sangre de los traidores” decía la pared. No venía del pulso nervioso de un graffitero, no era la pintada presurosa que se hace con spray cuando quien raya se sabe amparado por las sombras. Era un mural, de esos que se hace a plena luz del día y durante varios días, donde las letras son de molde y la pared es pintada de blanco pulquérrimo antes de que la brocha más pequeña se encargue de colorear las letras de rojo intenso. Uno de esos murales que cuentan con el beneplácito y el financiamiento de la autoridad. Y la gente se pasea indiferente al lado de esa pared, “es que nosotros somos neutrales” dirán. Pero es mentira, una cosa es ser neutral y otra es quedarse en neutro.
Quedarse en neutro es no saber encajar ninguna velocidad. No vas hacia delante ni hacia atrás. A ti te llevan las pendientes según se inclinen. Cuando se está en neutro es inútil cualquier cholazo, esas revoluciones del motor son gruñidos de perro que no sabe morder, esa aceleración sólo sirve para quedarse estático. Es llegar siempre a la final del mundial e irle a los dos equipos. Es el síndrome del que se jura diferente porque lleva puesto un uniforme distinto. Estar en neutro es encontrar el centro donde nada ocurre ni sacude, nada te toca; es el equilibrio tan anhelado que sólo se rompe cuando algo externo nos empuja por la bajada y nos estrella al fondo. Estar en neutro es jurar vivir cuando se está muerto. Es el sueño del aburrido, que no sueña ni repara fuerzas, simplemente dormita de puro fastidio.
La metáfora del rojo rojito que resume estas horas tristes –pero donde por debajo de la tristeza se agita la ira soterrada- se recoge en este mural que le mancha la cara a Altagracia de Orituco. Muy cerca del mural sediento de sangre de traidores –grupo en el que me incluyo y se debería incluir cualquiera a quien la frase no deje indiferente-, a las pocas calles, alguien pintó a José Gregorio Hernández. Y alguien, otro, éste sí armado con el bote de spray y amparado por la madrugada, le pintó la cara al Venerable.
Me pregunto qué motivará a alguien a encajar la primera, la segunda y llegarse hasta la quinta para, borracho de regocijo, chorrearle los ojos y el mostacho al Doctor Hernández. Qué habrá dentro del cerebro de alguien que se siente pleno porque le convirtió en mamarrachada aquello que con buena fe otro dibujó. Y luego, de regreso a casa, dejándose despeñar por la calle, pasarle por al lado a aquello que reclama riego rojo para alimentar la revolución –líquido que hoy puede habitar dentro un familiar, un amigo, un hijo; y que mañana será seguramente el suyo propio- y, sin embargo, allí sí, permanecer absoluta e irremediablemente en neutro. Con la estéril soberbia de quien está por encima de todo, del que jura cagar por encima del culo.
El destino, compatriota neutralizado, es quien espera en la bajadita; mosca, pega durísimo y cuando menos lo esperas.
Quedarse en neutro es no saber encajar ninguna velocidad. No vas hacia delante ni hacia atrás. A ti te llevan las pendientes según se inclinen. Cuando se está en neutro es inútil cualquier cholazo, esas revoluciones del motor son gruñidos de perro que no sabe morder, esa aceleración sólo sirve para quedarse estático. Es llegar siempre a la final del mundial e irle a los dos equipos. Es el síndrome del que se jura diferente porque lleva puesto un uniforme distinto. Estar en neutro es encontrar el centro donde nada ocurre ni sacude, nada te toca; es el equilibrio tan anhelado que sólo se rompe cuando algo externo nos empuja por la bajada y nos estrella al fondo. Estar en neutro es jurar vivir cuando se está muerto. Es el sueño del aburrido, que no sueña ni repara fuerzas, simplemente dormita de puro fastidio.
La metáfora del rojo rojito que resume estas horas tristes –pero donde por debajo de la tristeza se agita la ira soterrada- se recoge en este mural que le mancha la cara a Altagracia de Orituco. Muy cerca del mural sediento de sangre de traidores –grupo en el que me incluyo y se debería incluir cualquiera a quien la frase no deje indiferente-, a las pocas calles, alguien pintó a José Gregorio Hernández. Y alguien, otro, éste sí armado con el bote de spray y amparado por la madrugada, le pintó la cara al Venerable.
Me pregunto qué motivará a alguien a encajar la primera, la segunda y llegarse hasta la quinta para, borracho de regocijo, chorrearle los ojos y el mostacho al Doctor Hernández. Qué habrá dentro del cerebro de alguien que se siente pleno porque le convirtió en mamarrachada aquello que con buena fe otro dibujó. Y luego, de regreso a casa, dejándose despeñar por la calle, pasarle por al lado a aquello que reclama riego rojo para alimentar la revolución –líquido que hoy puede habitar dentro un familiar, un amigo, un hijo; y que mañana será seguramente el suyo propio- y, sin embargo, allí sí, permanecer absoluta e irremediablemente en neutro. Con la estéril soberbia de quien está por encima de todo, del que jura cagar por encima del culo.
El destino, compatriota neutralizado, es quien espera en la bajadita; mosca, pega durísimo y cuando menos lo esperas.
8 comentarios:
yo estoy igual de horrorizada no del clamor de los malos, si no del increíble silencio de los buenos, como creo que dijo martin luther king. no entiendo cómo nos dejamos callar, cómo pasamos indiferentes ante una pared que clama nuestra sangre. no he hecho si no pensar que mi hija no merece crecer en un país que no tiene las mínimas garantías que aseguren que llegue viva y sana a la pubertad. es horrible escribir esto. es más horrible pensarlo. yo me niego a estar en neutro, me niego a no reaccionar y me duele horriblemente, hasta el punto de cuestionar mis propios afectos, la gente que mira hacia otro lado. por lo pronto, seguiré haciendo toda la bulla que pueda, gritando aunque nadie me escuche y mientras tanto, que dios nos agarre confesados.
Ese neutro nos condenó y nos condena.
Cuánta rabia!
Jose, te leo y me doy cuenta de la nausea latente que siento y que va desde el esofago hasta la boca y de nuevo al esofago en un periplo absurdo e incansable.
Estos son dias oscuros, no solo por lo malos que son, sino tambien por lo desconocidos, indescifrables.
Me imagino la cara del Dr. Hernandez, manchada y aun con su dulce sonrisa, veo el asqueroso mural del que hablas y logro observar el esmero servil con el que fue pintado.
A veces nos toca entender poco y llenarnos de ira.
Estos son dias asi.
Sabes que mi padre me decia que habia tiempos para ser martillo y otros para ser yunque y que la verdadera madurez consistia en saber reconocer y asumir cualquiera de los dos roles, en el momento adecuado.
Nos ha tocado el yunque por un periodo prolongado, pero sigo esperando el momento de ser martillo.
Saludos
Cinzia
La justicia social no se logra con un secuestro lampante de instituciones. Pero hasta esas mismas frases resultan huecas y no hacen más que recrear un eco profundo en las paredes de un lugar común. Me siento apatrida, lo que conocí ya no existe y lo que aprendí a conocer me es totalmente ajeno: la sumisión a la superficialidad y a la frivolidad gracias a la abundancia del hoy y la incertidumbre del mañana. La eterna adolescencia de la que no queremos despertar. Me incluyo y asumo todas las responsabilidades del caso porque a ratos me siento impotente, profundamente triste, angustiada y sobre todo culpable de no contribuir a que las cosas mejoren. Porque me niego a creer que nos hemos descubierto, en el fondo, tan miserables y efímeros que simplemente disimulamos para poder seguir adelante.
D
Ante esa frase terrible del mural, lo que provoca es acelerar y chocar contra él, como si con ello pudiera borrar tanta crueldad e insensatez de nuestra propia gente.
Soy mamá y abuela ,quiero tanto al pais y me siento impotente ante tanto dolor de ver como los mensajes de destrucción ,sangre y muerte son los que imperan en estos momentos en esta Venezuela tan diferente a la de mi pasada juventud; pobre, sin tanta tecnología, pero llena de sueños y valores morales,recuerdos y enseñanzas ejemplares, de tantos maestros y familiares que sólo nos estimulaban a ser mejores .
Ser neutral es ser comodo, cobarde
nos estan destrozando el paiz
como si todo esto no les fuera a afectar
Aveces proboca irse de este paiz pero da rabia
SI NO ESTAR CON ELLOS, SEGUN ELLOS ES SER TRAIDOR YO SOY UNO
**************
UN FUERTE ABRAZO
No se puede ser neutral... no te puedes parar delante de tus alumnos, ver el terror en sus ojos y ser neutral... no puedes dejar de decirles que tienen que luchar, no por puestos de trabajo (imagínate si cierran todos los medios...) sino por la libertad de hacer lo que les enseñamos en el salón de clase: a ser objetivos, honestos, a no bajar la cabeza, a decir siempre la verdad... no se puede... tú sabes bien que nunca he sentido odio... pero hasta eso me ha dejado este MALDITO Gobierno... disculpen la descarga... pero es que me siento tan mal he llorado tanto por mi pobre País... te juro que si no tuviera tanto que perder...
Ser neutral, es no tmar partido, ser un zelig, vestirte de lo que acomoda.
La bajadita en neutro puede terminar en un despeñadero, suele ser así.
Me pregunt si no será que alguno confundio al Dr. JGH co el J VicenteRangel, suele pasar.
Yo stoy tan rabiosa,pero tan llena de sentimientos asquerosos que tue que dejar silencio en mi blog, no sea que me lo censuren.
saludos iracundos
me gust{o mucho la palabra pulquérrimo!!! es perfecta
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