
Rita, quien es todo corazón y amiga de las causas imposibles, se ha empeñado en enseñarle matemáticas a Bróder, el perro del vecino, un híbrido de algo que nos imaginamos se originó con el desafortunado cruce de un pitbull con un cachicamo y que –por culpa de una crianza donde sospechamos recibió poco cariño y mucho palo- durante más de una década ha ejercido como azote de la cuadra. Sin embargo, el pobre Bróder, poco a poco (aunque bastante aceleradamente en los últimos tiempos), ha ido perdiendo los dientes, el olfato, el oído –que nunca le sobró- y el poder de intimidación. Sigue igualito de gruñón y ladra a tiempo completo pero ya no asusta a nadie ni lo toman en serio. Se va quedando amargado y solo en su delirio. Dentro de poco no lo van a querer ni las pulgas, ni siquiera los parásitos que por años le han vivido.
Esta mañana, mientras les barría el patio y les ponía agua fresca a los perros, escuché cómo Rita le daba una clase magistral de aritmética a Bróder a través de la reja.
-Bróder, yo no sé de dónde sacas tú esas matemáticas chimbas, pero sí te digo algo, aunque a ti tus cuentas te den que 48 es más que 52, tú en el fondo sabes que eso es mentira. Que ni siquiera tomando 48 de los 300 espartanos de Leónidas esos suman más que 52. Porque 52 son esos mismos 48 espartanos más los 4 fantásticos de refuerzo. Y contra eso, digas lo que digas, tú pierdes.
-Bróder, mi número favorito es el 52. Porque yo fui madre una vez y tuve 7 cachorros: 5 hembras y 2 machos. Eran 5 y 2, pero cuando pasaron 10 semanas y yo seguía amamantándolos te juro que se sentía que había parido 52.
-52 es un número hermoso, Bróder. Está lleno de referencias ancestrales: porque si, por ejemplo, tú sumas los ladrones de Alí Babá, que son 40, y los pones juntos con los 12 apóstoles, eso te da 52. Y los puedes pintar como Miguel Ángel en La última cena pero te saldría un cuadro anchísimo.
-Ayer, Bróder, sin ir más lejos, fue 26. Pero fue un día importante, inolvidable, de esos que acaban siendo el doble de intensos y que deberían valer por dos. Y mira tú: 26 x 2 = 52.
-Es un número místico el 52, Bróder. Mira, yo tengo 6 años en edad de perro, que si los multiplicas por 7 te da mi edad en años humanos que son 42. Y a eso tú lo sumas 10, que son las horas que nos tuvo anoche el CNE esperando para dar los resultados oficiales, y mira: 42 + 10 = 52.
-52 son también las cartas de la baraja, Bróder. Cuando tú las sumas una a una, con todos los palos, los ases, todos los reyes, las reinas, las jotas, los jokers, cuando cuentas hasta la última carta que tienes escondida debajo de la manga, Bróder, eso da 52. Y ya no puedes ponerte a inventar más, las cartas están echadas.
-Supe que anoche no podías dormir, Bróder. Que con los nervios, el disgusto y las cuentas que nada que te cuadran no pegabas el ojo; te doy un consejo: tómate una pastillita y cuenta ovejas. Cuenta ovejitas de colores: blancas, azules, verdes, moradas. De todos los colores menos el rojo, que el rojo te violenta y te irrita y además cuando las sumas no te dan. Cuenta ovejas multicolores que te juro que cuando llegues a 52 ya estás out.