martes, 14 de junio de 2011

Oscar de Jesús


Me he enterado esta mañana de la muerte de Oscar Sambrano Urdaneta, uno de los más grandes amigos que tuvo en vida mi papá. No soy nadie para hablar de la carrera como intelectual, ensayista, crítico literario y especialista en la obra de Andrés Bello de Oscar de Jesús, precisamente porque no fue esa la faceta que conocí de él. Otros, más conocedores y doctos en la materia, hablarán de eso. Yo conocí al hombre, al amigo, al tío.

No sé muy bien qué es lo que tiene que hacer un amigo para ganarse el título de tío por parte de los hijos de sus amigos, pero tiene que ser algo prodigioso. Estoy seguro de que tiene que ser algo que evidencie su calidad humana. Oscar de Jesús, como lo llamaba el Vegetal, fue para nosotros un tío al que se le saludaba de abrazo y se le pedía (a él y a su esposa Yolanda, una dama como pocas) la bendición como si se tratara de otro hermano de papá. Y más tarde, por petición expresa de su parte, fue rebautizado por nuestra familia simplemente como “Oscar de Jesús”, como si la amistad y el cariño profundo fueran cosas que se transmitieran también por el código genético. Era una amistad y un sentimiento que nos venían grabados en el ADN.

Durante mis años de la universidad me convertí en el chofer oficial de mi papá. Cada vez que tenía una reunión con sus amigos lo llevaba al punto de encuentro y varias horas más tarde me llamaba para que lo fuera a buscar. Pero no fueron pocas la veces que el Vegetal y sus amigos me dijeron: “José Santicos, échate un trago, chico, no te vayas y quédate con estos viejos”. Y entonces me quedaba yo, encandilado y en respetuoso silencio -que sólo rompía con carcajadas (que eran muchas)- rodeado por aquel clan que contaba, entre otros, con Oscar de Jesús, con mi padrino Manuel Bermúdez, por mis tíos Denzil Romero, Rubén Darío González y Alexis Márquez Rodríguez.

Mi tío Oscar siempre fue el elegante de la pandilla. El único al que no se le desanudaba la corbata ni se le arrugaba el traje ni se le salía un pelo de su sitio. Tenía un humor fino, tan fino como los gestos que hacía con las manos al hablar; bromeaba y se defendía de las bromas de sus amigotes con la sutileza de un espadachín que clavaba sus estocadas certeras donde hacían más mella pero sin ofender jamás. Me perdonan la expresión pero Oscar de Jesús ha sido el jodedor más elegante que he conocido en la vida.

El día del entierro de papá, aquel tristísimo 1 de enero de 1995, cuando los sepultureros estaban a punto de girar las manivelas para bajar el ataúd, Oscar de Jesús pidió la palabra y dijo: “Un momento, yo no puedo dejar que entierren a mi hermano José Santos sin decir unas palabras…” y se ha soltado un discurso de apenas un minuto, con la garganta hecha un nudo, una cosa que no sería capaz de repetir pero que es de los monumentos más hermosos que haya conocido jamás a la amistad y el más sentido afecto que los hombres puedan construir.

Una de las frases de Oscar Sambrano aquella mañana en el Cementerio del Este fue: “estamos hoy enterrando al mejor de nuestra generación”. Yo quisiera rescatar esas palabras de Oscar de Jesús y devolvérselas con toda honestidad: “Hoy estamos despidiendo a una de las mejores personas que hayamos podido conocer jamás”. Mis respetos a este grandísimo caballero. Me consuela pensar que esta tarde habrá reunión de amigos otra vez, beberán, bromearán y reirán como en los viejos tiempos y esta vez no hará falta que nadie se preocupe ni los tenga que ir a buscar.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Jose qué conmovedor! Recuerdo como si fuera ayer esas palabras en el entierro de mi querido tío. Oscar fue una excelente persona y mejor amigo. Acompañamos con todo nuestro amor y solidaridad a Yolanda en estos momentos. Gracias por colocar en palabras lo que muchos sentimos...
Amanda T.

Anónimo dijo...

Siento una gran tristeza, pero que bello morir y dejar una estela de gratos recuerdos,como los del tío Oscar de Jesús, tu tio Catire , el padrino Manuel Bermúdez y tu propio vegetal, plasmados en "rostros de viento" en diferentes fechas,con esa maestría de sentimientos , gratitud y admiración.

Anónimo dijo...

Hermoso Jose Santico, échate un trago, chico, no te vayas. Echate un trago aunque sea de guisky. Conmigo y con los fantasmas. Te sentí amiguito, vibrante en la distancia, con esa sensibilidad tuya a flor de piel y esa sonrisota bonita que se te cuela por las teclas. TQM,
Janeth

Lorena Viana Casanova dijo...

Jose, yo no tuve la dicha de compartir tanto como tu con Oscar, pero definitivamente no podìas haberlo descrito mejor, me parece verlo al leer tus lineas ... Se fue un magnifico ser humano, un gran amigo, que como bien dices, hoy està en otro plano y estarà entre amigos nuevamente...

Anónimo dijo...

Lamento la desaparicion fisica de Oscar de Jesus. Siento la desaparicion del hombre, el amigo del vegetal. Que bellas tus palabras>

Anónimo dijo...

hermoso y conmovedor escrito, ser tu amiga es un privilegio. Abrazos. María A.

Ophir Alviárez dijo...

Qué bella manera de reverenciar los afectos...Un abrazo en nombre de ellos,

Ophir

ecrisant dijo...

José Santos, qué facilidad te dio DIOS para hacer un bello poema con todo lo que escribes!!! Me uno a tu dolor por tan lamentable pérdida. Tuve la suerte y el honor de tener a Oscar de Jesús como profesor de Literatura Americana en mi viejo Pedagógico, una experiencia maravillosa. Y tienes razón era todo un elegante caballero. Besos y un fuerte abrazo.