Los personajes son dos hermanos: Matt y Tom.
Matt es el mayor, y el alto, y el
delgado, y el que viste siempre los elegantes trajes y corbatas, y es que
además es el líder de The National, una de las bandas de indie rock más
importantes del momento. Tom es mucho más fácil de describir: es un don nadie. Porque
Tom es 9 años menor, de la fauna de los gorditos metaleros, ése que nunca logró
independizarse de sus padres y que se embute a presión en franelas negras que
dicen Megadeth y cosas así. Y resulta que Matt, en gesto magnánimo digno de su
altura, invita al pobre Tom a acompañarlos en una gira mundial de The National
para que ayude con la logística, cargue los amplificadores, tenga por fin un oficio.
Y como Tom es “cineasta” (ha hecho un par de películas caseras de terror gore,
una cosa infumable que no han visto ni sus padres) entonces decide llevarse su
camarita de video para hacerle un documental a The National.
Mistaken for Strangers (Tom Berninger, 2013)
es la cosa que menos se parece en el mundo a lo que uno podría imaginar debería
ser un documental sobre una banda de culto como The National. Qué va, aquí no vamos
a ser testigos de la tensión entre los miembros del grupo durante la gira,
tampoco vamos a padecer las dificultades del proceso creativo de unos músicos
atormentados en su propia genialidad que se encuentran surfeando sobre la
cresta de la ola, ni siquiera vamos a escuchar la cada vez más sólida y abrumadora
obra musical de The National en sus conciertos masivos… no, esta es la película
sobre un náufrago en su naufragio.
Y desde el principio de la película, en una
escena que se repite con sus variantes una y otra vez, Matt (el famoso, el
hermano alfa, el estructurado que se tiene confianza porque conoce ya las
llaves para abrir las puertas del éxito en lo profesional, lo personal y en
todos los demás aspectos imaginables de
la vida) interpela a su hermano menor para exigirle un concepto y una estructura
para ese desastre de documental que el gordito pretende hacer. Y, por supuesto,
Tom no lo tiene. No le interesa. Tom debe ser una de las 5 personas en el mundo
a las que más a bola le sabe todo lo que tenga que ver con The National. Tom está
allí -como un enorme bebé barbudo y barrigón- solamente porque se quiere
divertir, quiere encontrar en esa gira todo lo que se supone que se debería conseguir
en una gira de una súper banda: drogas, excesos, mujeres, fiestas, desmadres…
pero se pasan los meses y pasan las ciudades y pasan los conciertos y nada que
aparece ni un ápice de todo eso. Tom se
aburre mortalmente, intenta jugar al director de cine, graba cosas que a nadie
importa ni mucho menos conviene, hace unas entrevistas patéticas donde formula
las preguntas menos interesantes, las más torpes, las menos indicadas. Y todos
los presentes, comenzando por su hermano mayor, comienzan a desesperarse. Más
grave aún, se van convenciendo a pasos agigantados de que ha sido un terrible
error involucrar a semejante bueno para nada en la aventura. No es que se
perdieron esos reales, es que los utilizaron en su contra.
Y así, en una escena tan triste como aquella
de la expulsión del Chavo del 8 de la vecindad, cuando le acusan injustamente
de ratero, el pobre Tom también es echado de la gira: nadie te quiere, nadie te
soporta, te trajimos para darte una oportunidad y la has desperdiciado, te vas
ya para la casa de tus padres en Ohio y te metes tu peliculita por tu gordo
culo.
Pobre Tom, es increíble cómo las cosas se
han confabulado para salirle peor que pésimo. Esto es francamente impeorable.
Pero entonces -porque así son las familias y
así funcionan los hermanos- Matt se conmueve algunos meses después al regresar
de su exitosísima gira. Llama a su hermanito, le ofrece quedarse en su casa de
Brooklyn y convertir el cuarto de juegos de su hermosa hijita (es que además
Matt está casado con una rubia linda y tienen una niña preciosa) en una sala de
edición para que Tom pueda terminar su película. Y hasta le ofrece un trato
imposible de rehusar: antes del último concierto de The National en Nueva York,
van a mandar a cerrar el auditorio, invitarán a una muy exclusiva audiencia,
harán una premier por todo lo alto del documental.
Sí, seguro que ya se lo imaginan, estaba
cantado: falla el proyector, la película no suena, la proyección acaba abruptamente
antes de transcurrir los primeros 5 minutos. Y Matt entra en cólera: es que no
puede ser, Tom de mierda, que no te hayas ido dos horas antes a revisar que
todo estuviera en orden, es que no maduras, no quieres servir para nada, es tu
culpa, sí, tu culpa pero porque tú te la has forjado segundo a segundo y
torpeza tras torpeza. Tom recibe el regaño recostado sobre la cama y con
absoluta resignación y lo único que responde, una vez recibido el aluvión
moralizante de su hermano mayor, es: “Bueno, quizás esta sea una oportunidad
para repensar mi película”.
Finalmente la película que vemos es el fruto
–entrañable, conmovedor y genial- de ese fracaso. No es una película sobre The
National, no es una película sobre el gran Matt Berninger, no es ni lejanamente
el documental que todos esperábamos ver: es una película sobre la familia,
sobre las relaciones fraternales, es una obra a medio camino entre lo cómico,
lo angustioso y lo demoledor que significa ser el hermanito raro, el perdedor,
el que está condenado a vivir bajo la sombra del otro que siempre ha sido el
más grande y perfecto.
Y sí, Matt, tú eres el orgullo de la
familia, tú eres la versión mejorada de todo eso que yo no soy ni pude ser, tú
te llevaste por goleada todos los talentos y los buenos genes, pero yo tenía un
as bajo la manga, algo que me saqué en el tiempo de descuento cuando ya el
marcador iba 7 a 0 a tu favor, y te driblé con un túnel, me sacudí la marcación
de todos los miembros de The National y de todos los millones de seguidores de
la banda en todo el planeta, y entrando al área me hice un autopase de bombita y
la rematé de media volea justo al ángulo de la portería. De los goles más
insólitos y hermosos que se puedan marcar jamás. Sí, el de la honrilla, pero
vaya golazo que me mandé. Me recordarán la vida entera por él. Eso es mi
película.
1 comentario:
Que historia tan interesante. Hay que ver esa "goleada" de película.
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