Creo que lo ideal sería mirar el video antes de leer lo que sigue.
No es que me guste especialmente la música de Koop (tampoco me disgusta, pero con todo respeto no es precisamente mi “cup of tea”), y el video a lo Wong Kar Wai está bien; pero tampoco es eso lo que me conmueve.
Me gustaría adivinar que tal vez han caído en la misma trampa que mi esposa me ha tendido y en la que yo caí redondo y sin red de contención. Porque lo que realmente me llama la atención es el hecho de que Koop parece una banda, una pequeña orquesta de jazz, y resulta que no, que se trata de la pequeña mentira –o, mejor dicho, el intrincado disfraz- de apenas dos sujetos: Oscar Simonsson y Magnus Zingmark.
La música que acabamos de escuchar está hecha de retazos, de grabaciones, de fragmentos tocados por otros. Este par de suecos vienen a ser una especie de arquitectos que se encargan durante años –con paciencia de dioses y con dotes de meticulosa costurera- de armar edificaciones a partir de columnas, ventanas, dinteles, pilotes, vigas, pedazos de techo y de piso que han encontrado por aquí y por allá. Se arman un traje que les queda como un guante a punta de ropas prestadas. Ellos, a partir de las piezas sueltas, de los sobrantes dejados por los demás, diseñan una estructura, una suerte de rompecabezas musical al que “solo” (valgan las comillas, porque vaya que el trabajón ha de ser monumental) falta ponerle el cemento unificador.
Perdón, también ponen la voz, porque el canto es lo único que garantizan que no ha sido previamente sampleado. De resto, esa canción es el producto del armonioso empate de trocitos de centenares o miles de otras canciones.
El cineasta Alan Berliner hace más o menos lo mismo pero con películas. Unos documentales de pietaje encontrado donde él no filma absolutamente nada, ni siquiera un rollo. Ese material bruto con el que trabaja pertenece a otros y él simplemente se inventa un guión creíble y lo monta todo para que la mentira pase casi desapercibida.
Me fascina, desde el punto de vista literario, la metáfora que nos plantean con su música este par de suecos y Berliner con su cine; porque el mecanismo con el que se construyen sus obras, sus enormes mentiras que parecen una cosa que al final no son, es idéntico al que todos utilizamos para armar un relato.
Y yendo mucho más allá, así tal cual, con fragmentos dispersos que nos hemos topado en la existencia y que luego nos empeñamos en hacer encajar en un cuento más o menos congruente (no sabemos lidiar con el absurdo), nos construimos eso que llamamos una identidad o aquello que denominamos memoria.
5 comentarios:
Ya me imagino cómo será una clase tuya! jejeje. Gracias por compartir, disfruté muchísimo pasarme por aquí.
A.A.
Eres experto en esto de "encajar las sobras", aunque yo no las llamaría asi, tus sobras son también sustancias, asi como las de estos artistas literarios y cineastas. Felicitaciones por este trabajo tan profesional. C. Casano.
Tenías razón: me encantó.
hermoso texto broder
como un Lego de referencias y significados, UE, dixit...
un abrazo
J
Me enganché hace un años (tal vez un poco más). Me enganchaste a Koop tú, mi oso, y llevo escuchándolos toda la mañana. Las mañanas enteritas.
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