Alguien dijo alguna vez: dame un título y lo tendrás todo. Y la cita -que durante un tiempo, cómo no, fue feliz- se ha convertido en bandera de mucho mediocre para causarnos hoy un daño espantoso.
Es verdad que no todos gozan del peculiar don de Malcolm Lowry, quien escribía como los dioses (quizá, tratándose del personaje, sea mejor decir que como un demonio) y además tenía el toque de gracia para colocarle a sus obras unos titulazos que ya quisiera haber adoptado más de una banda oscura de los ochenta: “Ultramarine” (como de hecho se llamó un grupo en los 90), “Bajo el volcán” (que le hubiera venido bien a un grupo punk o de música industrial), “Escúchanos, señor, desde el cielo, tu morada” (eso suena a título de disco de Bauhaus o de And Also The Trees), “Lunar Caustic” (para una banda electrónica futurista) y “Oscuro como la tumba donde yace mi amigo” que para quien escribe estas líneas resulta el mejor nombre de todos. Será porque esa era la expresión que utilizaba todas las noches mi padre cuando antes de dormirse nos pedía que cerráramos la puerta corrediza del armario: “Ciérrame la puerta de ese closet que es oscuro como la tumba donde yace mi amigo”. Y uno trancaba la puerta como con miedo, con las uñas no más, no fuera cosa de que una mano saliera de allá de adentro. Sin embargo, el arte de hacer cosas buenas y además tener el tino de llamarlas con nombres maravillosos fue una lección que dejó Lowry para que muy pocos se la aprendieran.
Parecemos atravesar hoy, es posible que especialmente en estas latitudes más que en otras, una suerte de dictadura del nombre. Títulos rimbombantes para llamar a bolserías; nombres larguísimos, gordísmos y pesadísimos para nombrar huecos llenos de absolutamente nada. Con la patética ingenuidad de creer que ahora porque las cosas tienen un nombrezote son más grandes, más fuertes, más importantes, mejores. Seguramente, dirán los furibundos adictos a renombrarlo todo, ahora somos más cultos porque tenemos a un Ministro del Poder Popular Para La Cultura. O los niños están mucho mejor educados desde que la antigua Escuela Gran Colombia mutó a “Centro de Formación Socialista Gran Colombia”. Y ahora, claro, nuestra moneda vale más y nuestra economía es más sólida porque hemos bautizado al mismo pedazo de metal como Bolívar Fuerte. Por supuesto, ahora volamos mejor los aviones rusos, y matamos a mayor cantidad de agresores a nuestra soberanía con el mismo disparo de fusil, desde que los militares dicen pertenecer a Las Fuerzas Armadas Bolivarianas. Ah, y Nicolás Maduro es mucho más excelentísimo Canciller que Uslar Pietri porque el finado habrá sido muy intelectual y habrá tenido a mucho amigo invisible pero jamás fue Ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores. Algunos infelices estarán convencidos de que el día que la vinotinto se llame “Gloriosa y Patriótica Selección Revolucionaria y Bolivariana de Fútbol de Venezuela” le meteremos 12 a 0 a Brasil en la final del mundial.
Hay un grupo de cuatro canadienses de Montreal llamado Patrick Watson, nombre que no tiene nada de particular pues así se llama el cantante, lo que sí tiene de particular es que llevan ocho años sin ponerse de acuerdo para adoptar otro nombre. En 1999 el agente discográfico que los quería firmar les preguntó: “¿Cómo se llama la banda?”. Y ellos respondieron: “Aún no lo hemos decidido, pero vamos a llamarle, por los momentos, "Patrick Watson" que es quien armó al grupo”. Y así se pasaron 8 años, y con el transcurrir de ellos parieron tres discos, y cada vez que promocionan una nueva obra dicen: “Por ahora esta banda se llama Patrick Watson, pero seguramente para el disco que viene tendremos otro nombre. Nombre que no hemos decidido porque aún no nos hemos puesto de acuerdo”.
Los Patrick Watson no serán los más ocurrentes a la hora de buscarse títulos. Esa materia la tienen reprobada, pero poco importa. Lo que importa es que hay un trabajo sostenido, una obra bien hecha, un compromiso de artesanos que siguen haciendo su labor e intentan hacerla lo mejor posible. Nadie dejó de hacer lo suyo porque el título no era bueno ni grandilocuente. No comenzaron por el nombrezote, comenzaron por construir la obra. Mientras tanto, en los mismos 8 años –y hasta más-, hay gente que insiste en viajar en la dirección contraria. Manejan un discurso florido, delirante, que les suena a gran cosota –a ellos solitos- y con eso designan a una supuesta obra monumental pero que cuando se le mira bien resulta que no tiene ni un ladrillo pegado con saliva sobre el otro.
Gente como Patrick Watson se ha aprendido la parte más importante de la lección: es mucho mejor tener una buena obra sin un titulazo que un nombre rutilante que sólo sirve de parapeto para designar mamarrachadas.
Lowry no es un escritor prodigioso porque los títulos de sus obras sean como cuchilladas en lo oscuro. Era bueno porque su obra lo era, y el título venía a ser simplemente un brochecito de platino, afilado como la mejor hojilla. Pero hay que estar claros en que no todos somos Malcolm Lowry.
“Luscious Life” de Patrick Watson, o cómo hacer obras dignas sin necesidad de gastarse un titulazo.
9 comentarios:
Inteligente trabajo como ya es costumbre. Recordé las frases del Maria en el evangelio de San Lucas: "dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes"
Me gustan los títulos tanto como la cubierta de los libros y las fachadas;casi tanto como la boca de quien habla. No es lo más importante, claro, y siempre hay decepciones, pero de primeras enciende mi curiosidad y me hace fantasear con su contenido. Luego que te quiten lo bailao.
que video tan hermoso
Bello el grupo de Montreal, o de P. Watson. Muy buena selección para tus reflexiones sobre los inteligentes y sabios , pero portadores de una gran humildad.... Por eso son los más valiosos triunfadores.
Bravo!
da gusto pasarse por aquí siempre. Buena lectura, ideas frescas, hilados finos... y hasta musiquita nueva para cambiar el repertorio
Jose te he postulado al premio de Blogs que se llama Thinking Blogger Award. Si lo deseas debes colocar el botón del premio en tu Blog, y postular a 5 otros Blogs.
¿Has escuchado alguna vez a "The Band"? Es un grupo americano a quienes conozco de retruécano pues Martin Scorsese hizo un docuental sobre ellos. El documental se llama "The Last Waltz" Y es una obra maestra (tanto el documental como la música). Se pusieron el nombre lo mismo de no poder ponerese de acuerdo.
En Venezuela hay un grupo que se llama "Unos panas ahí" y que se llama así porque cuando preguntaban ¿y quién toca hoy? la gente respondía "unos panas ahí". Son súper zanahoria pero a mi me encantan. Su página es www.myspace.com/unospanas
Fue un placer conocerte en persona. Ya sabes que estoy a tu orden. Nos vemos para un café.
Contundente...
¿Qué más puedo decir si tienes el don de la palabra y el cerebro conectado a ellas?
¡Ah! Gracias por presentarme a Patrick Watson.
Llegué al azar y te conocí sin querer! Inteligente. Aimée
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