miércoles, 12 de agosto de 2015

Aire y escarcha.


Hoy me llamó un amigo con el que no hablaba desde hacía meses. Luego de los saludos de rigor y de las cordiales indagaciones sobre las respectivas familias –asunto que se llevó los primeros segundos de conversación– ocurre el siguiente intercambio:

–José, ¿tú supiste lo del tipo que vendía aire por eBay?
–No, ¿qué es eso?
–Un tipo de Wyoming o Dakota del Norte o Kansas… uno de esos estados gringos que son cuadrados.
–Ni idea, ¿qué pasó con él?
–Bueno, yo no llegué a ver el anuncio en eBay pero me leí el artículo que hablaba de eso.
–Ajá…
–Nada, que el tipo vendía aire de Wyoming. Aire puro del campo. En bolsas. A mil dólares.
–¿A mil dólares? ¿Y se lo compraban?
–Sí, a mil, con todo y envío. Se hizo millonario, sobre todo por gente de Nueva York y Chicago que querían respirar aire puro de Wyoming.
–Coño, qué loco.
–Pero lo dejó de vender porque comenzaron a llegarle bolsas anónimas llenas de escarcha a su casa.
–…
–Y la escarcha parece que es peligrosísima si te llega a caer en los ojos o en el pelo. Porque no sale.
–¿La escarcha?
–Sí, eso me dijo mi esposa, que no hay nada peor que la escarcha. ¿Por qué te estaba contando esto?
–Pollo, esta la conversación más rara que he tenido este año.
–Sí. Mira, me tengo que ir porque estoy en el trabajo y esto está incendiado.