viernes, 15 de agosto de 2008

Kim Ki-Duk


Yo no fui a ese festival pero me lo contó Richita que sí estuvo. Parece que llegaron tarde a la proyección de una película asiática llamada La isla y cuando entraron al teatro aquello estaba a reventar. Misteriosamente quedaba una fila libre, una céntrica, a buena distancia de la pantalla, y lo único que había que hacer era pedirle permiso al chinito que ocupaba la butaca de la esquina. Y eso hicieron, le dijeron “Esquiusmi, míster” y pasaron los cuatro, se sentaron a sus anchas y se congratularon por la suerte que tenían, ahora disponían de asientos suficientes hasta para dejar los abrigos. Justo antes de comenzar la proyección apareció un anfitrión con corbatita de lazo que en nombre de Robert Redford y del festival de Sundance le daba las gracias al director Kim Ki-Duk y al elenco de la película La Isla “que gentilmente han venido desde Corea a acompañarnos esta noche”. El público aplaudió a cuatro coreanos que de pie, y aplastados contra la puerta, saludaban. El tal Kim Ki-Duk era el mismo que hace poco guardaba la fila de puestos.

Al año siguiente Kim Ki-Duk y el gran Richita se volvieron a ver las caras. Esta vez en Bruselas. Y apenas Richita lo reconoció, justo mientras le colgaba el micrófono de balita del abrigo, me dijo: “Coño, papá, éste el chino que le dijimos Esquiusmi y se tuvo que pegar su propia película parado”.

Ese mismo día Richita insistió durante la cena en contarme de qué iba La isla, o qué era lo que él había entendido de aquella proyección en versión original en coreano con subtítulos en inglés. Sería incapaz de relatarles qué fue lo que me contó Richita, correría el riesgo de escribir una cosa más larga que la obra completa de Proust; o, tal vez, pensándolo bien, creo que apenas si alcanzaría a proferir un balbuceo sonámbulo. Lo único que diré es que la versión de La isla de Richita era en tiempo real, duró más o menos dos horas, y estoy casi seguro de que en algún momento La Isla es idéntica al Señor de los Anilllos, hacia el final se parece que jode a El Resplandor -pero con una moto- y tiene mucho de una película de Bruce Lee pero donde no hay ni una pelea. Ah, y que cada cierto tiempo Richard se interrumpía para decir cosas como: “No, ya va papá, que te la estoy contando mal, la vaina es al revés. La moto no estaba allí sino en la playa”.

Pero volvamos a Kim Ki-Duk, que lo teníamos allí sentado con el micrófono a la altura del pecho, hundido en una poltrona mostaza, con su gorro de invierno naranja enterrado hasta las pestañas. Habló lento y pasito, sin ademanes ni inflexiones. Fue especialmente tímido, entrañablemente humilde. Recuerdo que nos comentaba que no entendía muy bien por qué lo invitaban a festivales de cine fantástico porque en Corea todas esas cosas que salían en sus películas eran más bien materia para hacer cine antropológico o documentales costumbristas.

Al finalizar la entrevista nos hizo reverencias de esas que hacen los karatecas después de un buen combate. Incluso a Richita, varias, y sin ningún rencor. Debo confesar que cuando nos despedimos de Kim Ki-Duk yo no tenía la menor idea de que ese joven y casi diminuto director coreano se transformaría en el pedazo prodigioso de cineasta que apenas a la vuelta de un año demostró ser con “Primavera, Verano, Otoño, Primavera otra vez” o con esa perla prácticamente muda llamada “Hierro 3”. Película, ésta última, que en buena hora quise compartir con mi madre y se la dejé rodando en el aparato sin acordarme de activarle los subtítulos en español. Mamá me llamó dos horas más tarde y me dijo: “Me encantó esa película, chamo, lástima que uno no entienda qué es lo que se dicen al final”.

Es curioso pensarlo, pero así lo siento hoy: tuvimos la suerte de conocer a Kim Ki-Duk antes de que fuera Kim Ki-Duk. Justo antes de hacerse Kim Ki-Duk. Y eso lo hace aún más especial.

Sí, este mismo es el hombre. Actuando en su propia película. Kim Ki-Duk, el mismo al que Richard levantó de su butaca y lo obligó a ver su Isla de pie.

5 comentarios:

Anna C. dijo...

!Gracias, gracias y gracias!,

Vinnie.

Anónimo dijo...

En verdad , sólo con imágenes puedes entender la película,parece que las palabras o los diálogos están de más. Muy buena la experiencia con ese simpático Richita, que parece de tu imaginación novelística, pero que es un personaje de carne y hueso. Felicitaciones, muy bueno, gracioso e inteligente tu análisis, del humilde y grandioso Kim Ki-Duk.

Guachafitera dijo...

Yo también salí muda del cine después de ver "Ferro 3" con subtítulos en italiano.

Anónimo dijo...

Mundial, Urriolita, mundial. Hace tiempo que nos contabas una de Richita, bienvenidos sean.

Roccocuchi dijo...

UFFF!!!! Cuanto extrañaba a Richita :) jejejeje.......... buenísimo....... despues nos cuentas su versión de la pelicula......... Besos!!!