jueves, 26 de abril de 2007

El sonido del metro

De todos los metros a los que me he subido en la vida no recuerdo ninguno como el de la línea verde de Buenos Aires. Recuerdo que en el de París una señora me regaló un ángel de porcelana porque alguien lo tropezó y yo puse las manos para que no se hiciera añicos contra el suelo, la señora me dijo “eso es que quiere estar contigo, ellos son así, llévatelo”. En el de Chicago nos iban matando unos pandilleros porque Richita les tomó una foto estrenando su cámara nueva y bajo el fulgor del flash se escuchó el grito “Mírame estos negros, papá, los propios malandros gringos”. Y tuvimos que correr, mucho. En el de Barcelona me impresionó el silencio, porque la gente por lo general no habla, no se ríe, no comenta, la gente en Barcelona cuando está en el metro simplemente viaja en el metro. En el de Caracas la gente es impecable, educada, afable, como hace rato que no suelen ser en la superficie. Pero en el de Buenos Aires lo que más impresiona es que se escuchan sonidos, el tren aúlla. Los vidrios de las ventanas del subte están abajo y con la aceleración del vagón se cuela un grito ahogado. Un grito humano, lo puedo asegurar.

Confesaré que me producen fascinación y especial vértigo los suicidas de metro. Siempre me he preguntado qué impulsa a una persona a lanzarse a las vías del tren. Creo, además, que hay un factor profundamente protagónico en ellos, una suerte de teatralidad: yo me inmolo pero con mi muerte colapsaré por última vez a la ciudad. Mi muerte se hará sentir, seré noticia, todos se preguntarán por mí y por qué lo hice. No tienen la discreción de quien se toma un frasco de pastillas o del que se vuela la tapa de los sesos junto a la mesa de noche. Están más cerca del harakiri público al estilo Mishima que de la muerte maquillada de mala suerte a lo Kurt Cobain.

Se me ocurre que ese sonido que aúlla en el metro de Buenos Aires es el grito atrapado en túneles de todos sus suicidas. Un alarido constante que forma parte del aire que respiramos cada vez que nos subimos al subterráneo. Los muertos nos recuerdan que viajan con nosotros.

El domingo 22 de abril fuimos a una obra de teatro en la Calle Corrientes. Entramos por error pues el cartel anunciaba otra cosa, era una noticia rezagada que alguien olvidó –quizás con toda la intención- quitar de la puerta. Terminamos sumergidos en una obra histérica y oscura, llena de gritos, carreras, choques de vidrios y portazos, pedazos de plástico volando por los aires, lluvias de papel rasgado. Al final una de las actrices lanzó contra el suelo un sinnúmero de cajas de CDs y cassettes que se nos estrellaban en la punta de los pies. Al encender las luces mi amiga Verónica tomó tres cintas, se guardó una, la segunda se la entregó a Paola, la última cuya etiqueta decía “García” me la regaló a mí.

No sabemos qué estaba grabado en el cassette de Paola. Verónica probó esa misma noche el suyo y dijo que estaba en blanco, que no se escuchaba nada. El mío no lo probé hasta ayer. Lo coloqué en el minireproductor que tenía guardado en el closet y con las manos sudadas y una extraña sensación de estar haciendo algo riesgoso pulsé el botón de Play. Silencio total. “Está en blanco también” pensé, qué lástima. Pero antes de pulsar Stop quise subir el volumen. Y allí estaba, se los puedo asegurar, si aguzan bien el oído escucharán de fondo un ronroneo que crece, un grito suicida idéntico al del subte. Me temo que ahora los tengo en casa, encerrados en un cajón al fondo de una gaveta que no pienso abrir nunca más.


16 comentarios:

SERGIO MÁRQUEZ dijo...

Puro Lovecraft Underground. Una belleza José. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Sí, los muertos siempre viajan con nosotros en cielos de lluvia gris y naranja como el de hoy.

Anónimo dijo...

¡Qué imaginación!, tienes que visitar otros metros del mundo para seguir conociendo y disfrutando tus minuciosas observaciones.
Y ¡ojo! con el casette de la gaveta,yo no lo tendría tan cerca,podría traerte pesadillas ....Como ya es una bonita costumbre, antes de descansar me entretengo con tus trabajos, lástima que no sean más seguidos.

Maria D. Torres dijo...

José, llevate el casette al Cementerio de Recoleta, escoge una tumba bien pomposa de esas que abundan allí y dejalo a los pies de la lápida. Los muertos que se entiendan entre ellos.
Buenísimo, as usual.

VJ dijo...

iiiiiiiiiiicccccccccccjjjhhhhhhhhhhhh!es verdad! el subte en Buenos Aires grita, chirria, sufre de una forma aguda.
aunque pa mi, que soy menos dada la oscuridad de la muerte, es la válvula de escape para tanta histeria que carga de un lado a otro.

y hablando de misterios subterráneos, te recomiendo ver la peli Moebius, sobre un tren del subte de Buenos Aires que desaparece misteriosamente entre dos estaciones. Hasta tiene un ingeniero loco que se obsesiona con el tema. te va a gustar.

en fin, solo decirte que un placer, un gusto pero sobre todo una alegría enorme haberte tenido por estos aires.

a ver si se repite!

un abrazo grande.

vj

pd: probaste pasar el cassette al reves??dsfahfidfiofifiwpoewjosejioiovnbuenossdfjsiairessiasiuiteijiiesperasdiasdiaiosiemprejiiouioffe

Anónimo dijo...

Qué imagen tan escalofriante... Y qué recuerdo el de la gente amable en el metro de Caracas, "el mejor del mundo", según...

Cinzia Ricciuti dijo...

A veces es bueno pensar que los muertos gritan, de alguna manera es devolverlos al mundo, hacerles justicia.
Leo con muchisimo gusto lo que escribes.
Saludos
Cinzia

José M. Ramírez dijo...

Bueno, a lo mejor vale la pena hacerle un análisis espectral a esas cintas (hablo del espectro de frecuencia, posia).

Si vamos a hablar de metros silenciosos, el de Washington, que es un clon del de Caracas, o viceversa, hasta en los colores.

Metro con personalidad, para mi, el de Madrid. Cada estación es un mundo, reta a todo estándar, en los transbordos, subes, bajas, es tremendo.

Que interesante tu relato, parece la semilla de algo mucho más intenso. Tengo un cuento viejo sobre el metro de París, lo voy a buscar. Gracias por este post.

Carlos Eduardo Fuenmayor dijo...

HOLA JOSÉ
En el de Carecas la gente se pone como loca por llegar temprano a su casac uando salen de su trabajo En un vagon donde solo caben 25 personas se meten 65
Yo lo vivi siempre que salgo de Naku hacia mi casa
**********
UN ABRAZO

NOTA = BUENO LO DEL VIERNE
OJALA ALGUN DIA SE
REPITA

Perki dijo...

Amigo... sabes que no me atreví aún a escuchar el casette? ahora creo que lo haré solamente si estoy acompañada. Tu sabes lo que a mi me afecto toda esa locura citadina porteña. La razón? vivo en Montevideo, ciudad que a veces no se atreve a reconocerse como tal y donde no hay trenes ni verborragias y los suicidios son tan silenciosos como prohibidos... (por ley no se pueden publicar en ningun medio de comunicación)

EBE dijo...

Fantástico relato.
Tienes razón, cada estación es un mundo..en cada país me llevo sorpresas cuando desciendo a los subterráneos, aunque hay lugares comunes, temores compartidos y fantasías ocultas...
saludos mil

Jailin dijo...

¡GUAO! todavía tengo escalofríos... este fin de semana me voy a Buenos Aires por primeras vez, ojalá no te hayas llevado a todos los muertos para tu casa...

Gabriel Payares dijo...

Un texto grandísimo, exquisitamente escrito y rotundo como un golpe. ¡Felicitaciones!

La Gata Insomne dijo...

quedé aturdida con la obra de teatro.
El texto buenísimo para variar.
Locura protagónica.
Caracas la única ciudad donde la sombra, el Hades es impecable y la superfice un caos un Averno!!!

saludos

La Gata Insomne dijo...

por cierto lo del angelito me encantó!!!
quá habrás hecho con él??? lo dejaste en un cementerio.

quiero ir a BA al metro de cualquier color

no dijo...

Estaba saliendo de Brest via Paris para pasar el primer diciembre europeo con mis amigos venezolanos en Barcelona...

Primer estación: todo sereno.
Segunda estación: yo viendo por la ventana el atardecer y escuchando música... de repente un frenazoooo!!!! yo de verdad ni me inmute del frenazoooooo...

Señores y señoras tenemos un pequeño accidente... Un tipo se lanzo a las vias del tren... Mierdaaaaaaaaaa matamos a alguien en la vispera de Navidad... Ahí me dije: Norell te jodiste, el Niño Jesús no te va a traer nada de lo que le pediste... y así fue...

Ahora cada vez que viajo en tren siento ese sentimiento de muerte...

y tanto que me gustan los trenes...
y los regalos del Niño Jesus...