viernes, 15 de junio de 2012

A la salud de los murciélagos (mejor con mezcal que con tequila)



Me he convertido ahora en amigo de murciélagos. He descubierto en estos animales, los únicos mamíferos voladores, a unos tipos entrañables a los que la ignorancia les ha adjudicado una inmerecida y pésima fama. No tenía idea, antes de tener la peculiar gracia de familiarizarme con ellos, que el 97% de las especies de murciélagos se alimentan exclusivamente de frutas, insectos o polen, mientras que los llamados vampiros (murciélagos hematófagos) conforman apenas el 3% de los quirópteros del planeta y solo habitan en el continente americano. No existen vampiros europeos, lo que hace especialmente curioso que Bram Stoker y Guy de Maupassant, entre otros europeos que ayudaron a construir el imaginario del vampiro, se hayan apasionado por una criatura a la que jamás vieron volar por sus territorios (excepto, claro está, los de la imaginación). Por cierto, los vampiros tampoco tienen esos colmillos largos que todos pensamos, sus dientes más prominentes son los incisivos ubicados al frente de sus bocas, los mismos que utilizan como espátulas afiladas para roer la superficie de la piel de los animales y luego lamen la sangre (no la chupan) por medio de sus lenguas provistas de una sustancia que impide la coagulación.

Sin embargo, hay una verdad científica relacionada con los murciélagos que se asemeja más a la ciencia ficción que a la literatura fantástica y esa es la que me gustaría compartir el día de hoy. Es la historia de los murciélagos tequileros. Resulta que los murciélagos del tequila son los únicos animales en el mundo capaces de polinizar al agave azul, planta de donde se extrae la materia prima para elaborar el tequila. El murciélago vuela en las noches y busca a la planta hembra de agave azul que ya ha abierto su enorme flor, el animal se posiciona al vuelo –como un colibrí del inframundo– sobre du objeto del deseo, introduce la cara en la masa carnosa y saca su larga lengua para succionar el polen mientras deja caer la simiente de las plantas macho que ha visitado anteriormente. La planta hembra queda así polinizada y es entonces capaz de engendrar a una nueva planta que genéticamente es el equilibrado producto del ADN de sus padres.

Pero también resulta que los fabricantes del tequila saben bien que, como toda mujer voluptuosa, la agave azul se carga de líquido y se hace especialmente sensual justo en el momento en que necesita ser polinizada. Y justo en ese instante la cortan, antes de que el murciélago tequilero logre cumplir con su misión fecundadora, porque así pueden hacerse de algunos litros más del anhelado elixir. Y la planta, al saber que no será polinizada, que otra de sus flores voluptuosas se ha quedado sin beso, decide entonces apelar al plan B con el que la naturaleza le ha dotado en casos de emergencia: se clona a sí misma y da vida a una nueva planta de agave azul que genéticamente es idéntica a su progenitora. Pero esa nueva planta es débil, está condenada a vivir con la mitad de los genes que le correspondían. El agave azul es hoy una especie en extinción y el murciélago tequilero se ha visto obligado a migrar para buscarse otras flores de otras plantas; por ejemplo: otras especies de agave como el que origina el mezcal.

Los organismos preocupados por la conservación de los murciélagos están buscando la manera de convencer a las empresas que cosechan y fabrican el tequila que reserven apenas el 1% de sus plantaciones de agave azul para que sean polinizadas por la vía natural. Pero la codicia es grande y las cuentas finales no serían tan gordas como los empresarios del tequila esperan, así que mejor no jodan tanto y vamos a dejar que el agave azul se clone solito y que los murciélagos a falta de pan coman tortas.

Este mundo, ya lo vemos, sigue poblado de María Antonietas. No se dan cuenta de que a la vuelta de unos años no habrá con qué hacer tequila y ellos mismos se estarían metiendo de cabeza en su particular  guillotina.

Ojalá, la próxima vez que nos enfrentemos a un tequilita, pensemos en esta historia y lo cambiemos mejor por un mezcal. Y brindemos, entre otras cosas, a la salud de los murciélagos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que simpática y ecológica narración, toda una delicia para los conservadores de ambiente y para los amantes de la biologia, entre los que humildemente me cuento, C. Casano.

Unknown dijo...

beberemos a la salud de los murciélagos pues! ^^

Anónimo dijo...

Qué historia tan fascinante, te aseguro que luego de leerla muy pocos no pensarán en ella cuando se enfrenten a un shot de tequila o una margarita. Mejor bridemos con mezcal.
Luis A. Iribarren

Ana dijo...

Eso explica mucho acerca de los efectos del tequila. Tan cuchis los murciélagos, mariposas burtonianas.

Cheers!

Deyanira Díaz dijo...

Qué texto tan maravilloso José! Lo he disfrutado mucho. Hiciste una descripción tremendamente erótica de la polinización del agave azul, (sin aliento), (silencio).

Lo que pasa con el agave azul y el murciélago, es la misma historia que se repite una y otra vez en las especies que se encuentran en peligro de extinción: se rompe uno o varios hilos de la red trófica, los rompe el hombre, con consciencia del acto e inconsciencia de los impactos (que absurda esta conciencia inconsciente). Si el sistema intervenido es muy sensible, las especies que ésta soporta entran en un desequilibrio tan terrible, que más de una puede desaparecer.
La sobrevivencia depende, entre otras cosas, de cuán especializada en la alimentación de la especie. Este murciélago encontró su "second best" en el mezcal, pero seguramente ahora tiene que competir con otras para poder alimentarse, cuando antes gozaba del monopolio del agave azul. Si las fuentes de alimento son limitadas las poblaciones crecen poco.

Es lamentable que el hombre haya intervenido por tanto tiempo la naturaleza con esa venda en los ojos, actuando así todos perdemos: los murciélagos pierden su alimento, el agave azul su polinizador y la posibilidad de mantener sus poblaciones; mientras el hombre, poco preocupado por ahondar en sus oficios más allá de las cuentas, va perdiendo sin saberlo, como bien lo dices José, su fuente de ingresos.

Yo brindaré en el futuro con tequila, el que será producido en forma sustentable con la ayuda del murciélago, y considerando las tasas de reposición del agave azul. La forma de producir que hará que la población de murciélagos finalmente se recupere.

Excelente trabajo José. Un beso enorme.