miércoles, 27 de junio de 2007

Grado de dificultad


La vida se parece mucho al salto de un clavadista. Un tipo semidesnudo que se para de puntillas sobre una plataforma y se dispone a lanzarse al vacío con la esperanza de que al final del trayecto la caída sea limpia. Sin salpicar mucho, sin que se note tanto la costura, contorneando el cuerpo con cien trucos para maquillar el error. Hay veces que la persona inicia la caída parada de manos, o aferrada con la punta del dedo gordo del pie mientras le da la espalda al abismo. Y el comentarista dice: “Allí viene fulano, que se dispone a ejecutar un triple mortal con tirabuzón invertido; un salto de dificultad 2.7”. Y fulano se concentra, le tiembla un poco la barbilla, respira, se asoma a la nada que allá abajo pinta azul, toma impulso y se lanza.

-Hay gente, a lo Greg Louganis, que un día le pega la cabeza a la plataforma apenas comienza el salto. Caen ya desmayados y no salen del agua por sus propios medios. Y todos dicen “pobre”, “qué horror”, “qué lástima”. Pero los jueces, solemnes, levantan sus cartoncitos y puntúan 0. Gracias por el intento pero estás descalificado.

-Hay gente que lleva la vida como los clavadistas que se lanzan al acantilado en Acapulco. Tienen que calcular justo cuándo lanzarse, cuándo la cosa está en su punto de mayor profundidad, cuando la marea les garantiza que los recibirá con agua y no con roca. Es un rollo eso de ser tan suicida y tan calculador al mismo tiempo. Pero, sí, es un estilo.

-Hay gente que para cruzar la calle, para comerse un sándwich o para dar un beso se imponen un salto con inicio en parada de manos invertida, doble mortal con triple tirabuzón a la izquierda y dos a la derecha. Y eso que era facilito, para hacerlo sin pensar, lo convierten en un rizoma intrincadísimo.

-Hay otros que de tan sencillo que se empeñan en vivir su clavado lo hacen todo complicado. Quieren lanzarse siempre de la plataforma de diez metros pero en caída libre, apenas dando un pasito al frente, parados para caer siempre de pie, sin jugarse una sola pirueta. Siempre el desayuno tiene que ser pan blanco con queso paisa libre de sal. Y cuando las cosas no son lo suficientemente sencillas como ellos quieren se sientan de culo en la plataforma y no saltan, aunque todo el mundo esté haciendo cola detrás de ellos queriendo lanzarse a inventar su propia historia. Ahora no salto. Ahora no como. No como ni salto más nunca. Ni modo, a buscarse otra piscina.

-Hay veces en que no se tiene ni la capacidad ni el talento ni el trayecto para hacer un salto de dificultad 1.5 pero nos empecinamos en vivirlo todo con dificultad 3. Acaparamos el trampolín chiquito de 3 metros y nos subimos y nos lanzamos, para hacer un cuádruple mortal con 7 tirabuzones en escuadra invertida, nos subimos y nos lanzamos, nos subimos y lanzamos, y todo el mundo está muerto del fastidio o de la angustia, porque estamos rojos de darnos platanazos brutales, de molernos las cervicales con cada mala caída, de sacarle un metro cúbico de agua a la piscina en cada chapuzón, pero igual no soltamos ese trampolín. Coño, que no, hasta que me salga.

-Hay veces que el letrero en rojo nos advierte: precaución, no se zambulla, agua contaminada de profundidad 50 cm. Y uno corre quitándose la ropa como un carajito, tomando impulso desde la acera de enfrente, y se lanza un clavado hermoso. Porque no lo podemos evitar. Acaso porque es la única manera que sabemos.

-Hay gente que no salta, que no lo intenta, que le transcurre la vida sin mojarse; pero que se burla de los que sí. Se ríe, se llena la existencia hueca con comentarios preclaros y corrosivos. Y siempre están prestos a sacar con autoridad su cartoncito con el 0. Esos no están interesados ni en saltar ni en el salto los demás. Están pendientes de cómo pasar a la historia como los dueños del arte de hacer clavados… y, si se puede, de la piscina.

-Hay gente que se lanza sólo cuando no hay agua. O cuando el trampolín es el balcón de su edificio y la piscina -ese punto azuloso por allá- está ocho pisos más abajo. A esos no les importa el salto, les importa la caída.

-Hay personas que te regalan saltos sublimes. Un clavado de ensueño como si fuera un accidente afortunado –que también los hay-. A veces te los regalan sin darse cuenta. Sin que tú se los pidas. No acabas de verlos entrar al agua y sin saber por qué ya estás tú subiendo las escalerillas con unas ganas mundiales de intentarlo a ver qué tal te sale el tuyo.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy creativas e inteligentes reflexiones, pero que me dices de mi caso especial, sintiendo un encanto por el mar y el agua ,no aprendi nunca a nadar.Y,...como admiro a los nadadores y clavadistas.

Maria D. Torres dijo...

El caso es que para vivir, siempre hay que andar saltando de trampolines. Es mejor si son distintos cada vez, y estar seguros de que abajo hay agua, aunque a veces esté contaminada.
Lo peor es no intentarlo. Y más que peor es ni acercarse a un trampolín jamás-
Saltar es vivir!

José M. Ramírez dijo...

Todos saltos válidos: buscando la vida o buscando la muerte.

En los clavados tú debes anunciar primero el salto y los jueces te evalúan de acuerdo a lo que dijiste que harías, su complejidad. Ojalá tuviera la lucidez como para decir: "voy con un platanazo doble tapándome la nariz con la mano izquierda". Pero la realidad es que pocas veces tienes idea.

Anónimo dijo...

¿Te es familiar la frase: "Se me va la vida en un suspiro"?..pues sí, a veces no es un hálito de vida, sinó un clavado; de 10 puntos -impecable- o como dice josé m ramirez (tu anterior comentarista), "de platanazo doble tapándose la nariz con la mano izquierda"
...pero la mía se traduce en chapuzones a cada ratico.
Cariños mil, niño del viento...desde muuuuy alto (en la "psicoestratrósfera"). BEA

Carlos Eduardo Fuenmayor dijo...

Te mando esto que se me ocurrió al leer lo que escribiste

EL CLAVADISTA

Se acerca al borde del trampolin
baja la cabeza y dice

¿Que hago aqui? si asta el aire me asfixia

Ve las gradas, "mundo" que al igual que él
ya lo dan por perdido

A veces salta
pero siempre es para tomar agua
para envenenarce con la nada

28 / 6 / 07
*************
UN FUERTE ABRAZO

JCZ dijo...

Este texto es tan profundo como la piscina del club Tachira, así que para huir de tanta reflexión y tanta hondura, mejor imagino un pequeñísimo estanque de gelatina con par de gloriosas y voluptuosas chicas luchadoras en diminutos bañadores, que me bambolean de aquí para allá y viceversa, desordenando mis ideas y evitandome la odiosa ansiedad que produce el pensar en qué puntuación merezco.

Un abrazo del Lémur

Anónimo dijo...

yo me lanzo. a veces me lo pienso, pero me lanzo. ya tengo el platanazo multiplicado, el carajazo en la frente (varias veces) y el salto espectacularmente hermoso que sale sólo una vez y de casualidad. también tengo el del agua envenenada. tengo incluso una piscina de leche, una de tinta y otra amarillo mostaza que me da susto saber qué contiene. hace un tiempo me miré en el espejo para acomodarme el trajedebaño antes de saltar y me quedé jugando con mi imagen y con el agua reflejada en ese espejo hasta que por él salté hasta que se hizo de noche. una vez más, gracias por ésto.

Anónimo dijo...

Fallido el poder de una decisión. Aquel que no salta, alude iluso a la no decisión, cuando sabido es que la decisión se tomó -permanecer inmovil- sin goce alguno. Solo se ha de castigar la falta de goce, solo esa condena.

Anónimo dijo...

¿Qué rostro en el viento habrás visto que nos dejas esta nota tremenda, melancoliquísima, como de Marte con vista a la Tierra, como del presente mirando lo que acaba de suceder…?
Yo que siempre me encuentro con tus textos de una manera tan descabellada… ayer justo, le decía a C que cuando me tocaba saltar en el trampolín del colegio se me venía encima el peso total y absoluto de la humanidad, generando una torpeza tan irreversible como una caída en barriga tipo Splash que lentamente culminaba en la mirada compasiva de mis compañeros que presenciaban mi lamentable estilo…
Un beso jose...

Anónimo dijo...

Simplemente me encanta tu blog! Lo he encontrado por casualidad buscando por google a Stan Brakhage y aquí me quedo...

Anónimo dijo...

Estoy feliz, después de casi una semana sin cantv ( teléfono e internet) te vuelvo a leer.¡Eureka!

Lore dijo...

Sencillamete, hermoso.... veo que tienes una mágica manera de hacer paralelismos o metáforas... Admirable... a mí me gusta mucho escribir... es la mejor manera d expresarme que conozco.. me parece que tú lo haces muy bien...
Creo que te leeré muy a menudo... =)
Y con respecto al escrito... lo más importante es lanzarse al agua siempre... No mirar hacia abajo si es necesario... pero es mejor nunca tener que preguntarse "Qué hubiera pasado si...?"

norell dijo...

Te recomiendo que veas
QUEDATE un corto de Alfredo HuecK.

Luego nos comentamos...