viernes, 19 de septiembre de 2008

Ulrich para todos



Seguro que hay gente por allí que sabe de Ulrich Schnauss mucho más de lo que yo podría contarles; pero como dicen algunas doñas españolas: “cada quien cuenta de la feria según como le fue”. Así que yo me voy a tomar la licencia de echarles mi pedacito de historia. Comenzaré diciendo que Ulrich Schnauss es uno de los músicos más queridos y vilipendiados (todo a la vez) que uno puede toparse si lo rastrea en la Red. Una vez leí una crítica tan intensa como indignada que decía: “Este disco de Schnauss es maravilloso. Maravilloso si lo que deseas es ponérselo a la abuela en el hilo musical del consultorio odontológico mientras espera su turno para probarse la prótesis dental”. Incluso, hay gente que asegura que Ulrich no es un músico, sino que se parece más a un hacker informático interviniendo programas y jugando con ruiditos hechos en computadora, pero que en su vida ha tocado una guitarra, no sabe lo que es acoplarse a un baterista y si necesita poner a sonar un bajo pues busca la combinación de sonidos en su Mac hasta que la secuencia le suene a un Fender sin trastes. Es decir, la música de Schnauss está concebida, compuesta, manipulada y ejecutada absolutamente en ceros y unos, y cualquier cosa que a uno le suene a un instrumento convencional puede tener la certeza de que parece, es igualito, pero no es.

También podría decirles que Ulrich pertenece a la curiosa raza de los calvos que insisten en dejarse las greñas (como el actor español Santiago Segura y el psiquiatra venezolano Edmundo Chirinos también). Ah, y que lo encasillan en el grupo de los shoegazers, esos artistas tan tímidos y tan hacia dentro que cuando se enfrentan a un público se pasan todo el trance con la mirada clavada a los zapatos.

Me fascina y me inquieta enormemente cuando Ulrich suena a banda compuesta por 4 ó 5 miembros pero inmediatamente se me viene a la mente la imagen del músico solitario en su cuarto tecleando sobre la laptop. Da un poco de vértigo, acaso un toque de melancolía –no sé bien por qué-. Siempre me he preguntado por qué George Lucas no hace en sus estudios de Lucas Films un falso documental que sea idéntico a la realidad, o más bien idéntico a una película “convencional”, una cosa con calles, árboles, perros, gentes, lluvia y piel, donde absolutamente todo se asemeje como gotas de agua a lo real pero donde todo sea de mentira. Un engaño de dos horas con todos los hierros con los que se produjo la última trilogía de la Guerra de las Galaxias pero esta vez con una descarada intención de parecer de verdad. Creo que hasta ahora sólo esa extrañísima y subvalorada pieza cinematográfica llamada Cloverfield lo ha intentado; lograr enmascarar lo fantástico con un antifaz de cotidianidad es una flor mucho más extraña de lo que se piensa. Se le da a muy pocos y a la mayoría de los que se empeñan en cultivarla les florece mal. Pero Ulrich Schnauss ya lo está haciendo en la música, independientemente de que te guste o no, que te den ganas de subir a una bicicleta y pedalear hasta desfallecer o te parezca un agua tibia tan inofensiva que apenas tenga cabida para la cita odontológica de la abuelita.

Quise buscar un video para acompañar estas palabras y afortunadamente me encontré con éste. Es lo que llaman una pieza de found footage, es decir, el autor no ha filmado los materiales ni los ha hecho él sino que se los ha “encontrado por allí”. Como si tuvieras acceso a un archivo de imágenes, o a un baúl donde se encuentran decenas de latas de película, y te dieras licencia de construir una narración a partir de lo hallado. Si 20 personas deciden contar una historia a partir de los mismos materiales perdidos que se han encontrado en el camino obviamente lo más probable es que de allí se monten 20 historias distintas. Quizás aquellos cineastas soviéticos vanguardistas de los años 20 tenían razón y todo, absolutamente todo, está en el montaje.

Se me ocurre que Ulrich Schnauss, solitario en su habitación en medio del invierno alemán, haciendo ruiditos con su computadora y armando Frankensteins sonoros con lo que se topa por allí, es una suerte de músico de found footage. Y el tonto optimista que insiste en habitar en mí se pone de acuerdo con alguien que comentó: “cuando escucho a Ulrich Schnauss siento que aún hay esperanzas para la música”.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es extraño, pero todavía es más extraño, que a una abuelita de los años 40 ,le guste Ulrich. Y... esa soy yo,ja,ja,ja.

Anónimo dijo...

No es tan extraño. Parece que la música como las palabras no entienden de edad.

Anónimo dijo...

Hey,
pues dile al tonto optimista que habita en ti que yo soy uno (y conozco a varios) de los que se viene cada cierto tiempo por aquí a apuntar en su libreta las recomendaciones musicales que encontramos. Y vaya que no salimos decepcionados jamás.
Que siga y siga!

tena dijo...

por fín un blog diferente y con clase. Enhorabuena.