jueves, 20 de septiembre de 2012

Entre padres e hijos



(Este relato se debe leer mientras se escucha “Mr. Somewhere” de This Mortal Coil)


Papá, de pronto, interrumpe la lectura. Se coloca el libro abierto en precario equilibrio sobre la amplia barriga, traga haciendo su característico ruido de saliva gruesa bajándole por el gaznate. Se queda absorto mirando a través de la ventana.

–Allá, hijo, en aquella estrella lejana que se ve al fondo, mucho más allá de la persiana, seguramente habrá un padre con su hijo. El padre estará leyéndole un cuento y de repente se quedarán viendo por su ventana, mirando hacia esta estrella lejana que ellos no saben que es la Tierra. Y entonces el padre seguro que le dirá a su hijo: Mira hijo, allá en esa estrellita que se ve al fondo, seguramente vivirán un padre con su hijo y el papá le estará leyendo un cuento, y de pronto se quedarán viendo más allá de la persiana hacia este planeta tan lejano para ellos y dirán “allá a lo mejor, en aquel planeta, viven un padre y un hijo que se estarán preguntando si habrá un padre y un hijo como ellos leyendo para luego quedarse viendo a las estrellas”.

Yo no respondí nada en aquel entonces. Pero a mis ocho años me pareció maravilloso aquel juego de papá. Se desarrollaba en mi mente una historia entera con los cuentos de la otra estrella. Una mejor, inclusive, que la del libro que me estaba leyendo el viejo.

Recuerdo toda esta escena y pienso en papá que murió hace tantos años mientras presiono con pereza el acelerador, avanzando por esta carretera nocturna y desierta, en dirección a casa; una casa vacía a la que hoy me da especial vértigo llegar. En eso el recuerdo se ve abruptamente interrumpido por una masa de luz que se desprende desde el horizonte oscuro y se me viene encima. Freno, soy presa del encandilamiento cuando aquella nave enorme de mil luces me aterriza justo enfrente para bloquearme el camino.

Una criatura alada pero de aspecto curiosamente familiar se baja de la nave, camina hacia el auto y una vez a mi lado golpea con gentileza la ventanilla. Bajo el cristal con la certeza de hallarme más sorprendido que asustado.

–Por fin te encuentro. He venido desde muy lejos y por fin doy contigo – dice el sujeto y  asoma su benévola sonrisa de dientes azules metálicos.

–Perdona, ¿nos conocemos? – pregunto.

–Sí, de alguna forma. Yo soy el hijo de aquel padre que en aquella estrella lejana se quedaban viendo por la ventana hacia este planeta y se preguntaban si habría aquí un padre y un hijo que estuvieran leyendo y de pronto interrumpieran la lectura para preguntarse si en aquella estrella lejana de allá, que no era otra que la Tierra, habría quizás un padre y un hijo que estuvieran haciendo exactamente lo mismo que ellos.

–Dios mío, esto tiene que ser una broma.

–No, no lo es. Se trata de algo muy serio. Mi padre está muy anciano y antes de morir me ha pedido que cumpla con su última voluntad, que además asegura es la misma de tu propio padre: que vengas a conocernos para que así puedas contar por fin nuestras historias de nuestros mundos. Te hemos estado esperando por mucho tiempo pero tú nada que te sientas a escribir.

Bajo del auto emocionado como si tuviera otra vez ocho años. Subo a la nave y despegamos. Me despido con un gesto de mano de la Tierra, ahora tan lejana, vista desde el espacio. Esta noche estaré escribiendo, por fin, el primero de los relatos de la otra estrella.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Texto+música=Corazón arrugado. Como dirías tu, qué belleza.

un tordo dijo...

Ay! Urriola, lo has hecho otra vez!
qué maravilla.

un tordo dijo...

Ay! Urriola, lo has hecho otra vez!
qué maravilla.

Anónimo dijo...

Que manera tan fina y elegante de hacerme llorar, al recuerdo de escenas conocidas ; acompañadas ahora por esa bella música.
Sin duda un regalo, ojalá yo cupiera en esa nave para volver a ser observadora en este encuentro con la pareja espacial, asi como presencié conversaciones y cariño en la pareja terrenal de hace tantos años.

Anónimo dijo...

Que bello mi chamo querido!!!

María Antonieta Arnal Parada dijo...

Lindo. Pero no puedo leer y escuchar a la vez.

Gaby dijo...

Qué cosa tan linda, mi compis.

Gaby dijo...

Qué cosa tan linda, mi compis.

Tia Eva dijo...

Que lindo sobrino querido. Esta es la segunda parte de "la hora mas oscura"que publicaste en el 2009.
Tienes en tu herencia los genes de tu "vegetal"y de tu abuelo Augusto.
Dios te bendiga

Claudia Muro dijo...

Jose qué chévere leer tu blog. Es primera vez. Me encanta compartir esta faceta de tu personalidad, quizás la más importante, hasta ahora velada para mi. Creo que todos llevamos un poeta dentro. Para eso, pienso que no hace falta componer versos, siempre que se lleve al lector a nuevas dimensiones del sentir. Qué interesante tu perspectiva. Qué bien encontrar lo que hay del lado adentro de "la persiana"!!! Creo que con "papel y lápiz" eres más abierto que usando "el micrófono" Jajajajaja!!! Te extrañamos, vuelve pronto!

Claudia Muro dijo...

Jose qué chévere leer tu blog. Es primera vez. Me encanta compartir esta faceta de tu personalidad, quizás la más importante, hasta ahora velada para mi. Creo que todos llevamos un poeta dentro. Para eso, pienso que no hace falta componer versos, siempre que se lleve al lector a nuevas dimensiones del sentir. Qué interesante tu perspectiva. Qué bien encontrar lo que hay del lado adentro de "la persiana"!!! Creo que con "papel y lápiz" eres más abierto que usando "el micrófono" Jajajajaja!!! Te extrañamos, vuelve pronto!

Jose Urriola dijo...

Queridos todos,
Gracias por leer y por sus comentarios que me honran y me estimulan tanto. Un abrazo muy fuerte.

Deyanira Díaz dijo...

Hermoso! Lo que me pasó por la cabeza mientras leía: cuando la materia y la an-timateria se tocan, el mundo desaparece en una explosión! Pero en tu cuento hablas de un mismo universo y la explosión en el encuentro es de amor. Un abrazo.

Priscila Oses dijo...

Bello.

Anónimo dijo...

Es precioso. No prives ni a propios ni a extraños el realizar la fantasía que casi todos hemos sentido al marar hacia las estrellas.