viernes, 25 de enero de 2013

Nosotros que hemos brindado con El Zorro.



A principios de los 90 estudiábamos Comunicación Social y formamos un grupete formidable de amigos de esos que duran la vida entera. Uno de los lugares predilectos para reunirnos en aquellos tiempos era en una casa ubicada en una calle cerrada de Santa Paula donde vivía, vaya casualidad, nuestra amiga Paula Voss.  Uno entraba a aquella casa y pasaba junto a un pequeño recibo donde había, allí en una esquina, la típica mesita con retratos de fotos familiares; pero estábamos jóvenes y teníamos muchas ganas de beber y la bebida estaba al fondo del pasillo donde la casa se ensanchaba para que cupieran comedor, sala y terraza, así que tardamos en darnos cuenta de la perla que se escondía entre esos retratos. Fue cierta madrugada –después de no sé cuántas cervezas, rones y de esas cosas flameadas que tenían Kahlúa a las que llamábamos Cucarachas- cuando el colapso de gente que desbordaba la fiesta nos arrimó hasta el rincón donde estaban los retratos y entonces alguien dijo (creo que Hans, puede que Nelson): “Pana, mira al Zorro”. Y señaló con el índice hacia a uno de los retratos.

La foto en cuestión era la clásica escena familiar donde se encontraban, alineados hombro con hombro: Paula (versión quinceañera), la mamá de Paula (la Señora Moira), otra señora idéntica a la mamá de Paula (la hermana gemela de Moira) y un señor con barba canosa que era el esposo de la tía de Paula. Y no había duda, a pesar de las canas, a pesar de la barba, a pesar de los kilitos de sobrepeso y del paso de los años, ese caballero de la foto era el gran Guy Williams, el mismo Profesor John Robinson, padre de familia de Perdidos en el espacio, y el mismo Don Diego de la Vega de El Zorro. “Chamo, no puede ser, ese carajo es El Zorro, ¿qué coño hace el Profesor Robinson en una foto con la familia de Paula?”. “No sé, búscate a Paula, esta vaina hay que averiguarla ya mismo”. Nos fuimos sorteando borrachos hasta el último rincón de la casa donde estaba Paula y la trajimos de la mano hasta el recibo. Señalamos la foto: “Paula Sofía, dinos la verdad, ¿ese señor es El Zorro?”.

Nos contó entonces la historia. Guy Williams en los años 70 se había ido a Argentina y se metió en el negocio de los caballos, y allí se había enamorado de la tía de Paula. “Guy era mi tío, un tipo encantador, esa foto la tomamos en Argentina hace como diez años. Él murió hace poco”.

A partir de ese momento ya ninguna reunión en casa de Paula volvería a ser igual. Dos rituales ineludibles comenzaron a practicarse sistemáticamente: 1) Llevar a alguien que no supiera de la etapa argentina del tío Guy Williams hasta la mesita de los retratos para que descubriera al personaje y 2) “Pana, es la hora, vamos a brindar con El Zorro”.

Casi siempre era mi gran amigo (hoy mi compadre) Alfredo Meza quien en un punto determinado de la velada se me acercaba para notificarme: “Marico, ya vengo, yo voy a ir a brindar con El Zorro”. “Te acompaño”.  Nos íbamos hasta la mesa de los retratos y Alfredo chocaba su vaso de whisky o su botella de cerveza contra el cristal del portarretratos: “¡Por El Zorro, no joda!”. “Chamo, a mí El Zorro no me gustaba mucho, yo voy a brindar por John Robinson de Perdidos en el espacio”.  “Vale, yo brindo ahora por Robinson en el próximo trago”. “Y yo por El Zorro”. “Qué bolas esta vaina…  estamos brindando con el gran Guy Williams”. “Y por Will Robinson y por el Robot y por el Dr. Zachary Smith y por el Mayor West…”. “Coño y por Judy”. “Mierda, sí, por Judy, qué buena que estaba Judy”. “Yo estaba enamorado de Judy”. “De bolas, güevón, ¿quién no estaba enamorado de Judy?”. “Pero yo la vi primero”. “Pero mi amor y mi deseo fueron más grandes que los tuyos”. “Como tú digas ¿Qué habrá sido de la vida de Judy?”. “No sé, toda esa gente acabó en drogas”. “Qué cagada”. “Bueno, salud por toda esa gente”. “Sí, hasta por el Sargento García”. “No, yo no voy a brindar por ese carajo”. “Ah, pues yo sí, ¡Salud!”. “Chamo, no tan duro, vas a romper esa vaina”. “No, vale, si le estoy dando suavecito, mira, así, plin, salud”. “Verga, casi lo tumbas”. “Si uno rompe esa vaina le caen encima todos los monstruos de Perdidos en el espacio”. “Y lo más importante, no vas a poder pisar esta casa más nunca en tu vida”. “Coño, pinga”.

La vida siguió y nos graduamos y cada quien tomó su camino. Paula se fue a vivir a los Estados Unidos, no sabemos qué pasó con esa casa de Santa Paula, seguro la mamá de Paula la vendió y se fue a Argentina con su familia. No volvimos nunca más a brindar con Guy Williams. A menudo me pregunto en qué mesita del mundo estará ahora mismo ese retrato.

Pero aún hoy día, casi veinte años más tarde, cada vez que veo algo relacionado con El Zorro o con Perdidos en el espacio siento (sentimos, estoy seguro que todos los que pasamos por esa mesita compartimos el sentimiento) que llevo con orgullo y descaro uno de los méritos más absurdos e inmerecidos jamás: “Yo conozco a Guy Williams. Es más, bebimos juntos y fuimos compinches durante años”.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Que relato tan simpático, ojalá esos amigos que también conoci; te lean. No sabia la historia del retrato del Zorro.

Marie Claire Kushfe dijo...

Esas mesitas con retratos guardan historias formidables...a veces espeluznantes. Yo recuerdo una con el mismísimo führer donde no hubo brindis, ni celebración. Muak!!!!

Pato Good dijo...

Muchas gracias por esta historia !!! Me la ha mandado Paula. Desde Buenos Aires, Argentina, te mando un fuerte abrazo. Tia Patricia (si, la misma tia de Paula de la historia !!!)

Deyanira Díaz dijo...

Qué anécdota tan extraordinaria! Mis saludos a los dichosos amigos de Paula, y a la Toa Patricia.

Adoraba "El Zorro".

:-)

Julieta Buitrago dijo...

Me gustaba tanto, que mi hijo se llama Diego en honor al personaje!

Jose Urriola dijo...

Anónimo: Gracias por leer y comentar. Los amigos involucrados ya fueron alertados sobre esta entrada. He recibido comentarios muy bonitos, llenos de risas y nostalgias. Un abrazo grande.

Mi Claire: Deberías escribir en tu blog, y así lo retomas para el deleite de todos, esa historia sobre el retrato del Führer, es prodigioso y tú lo sabes contar muy bien.

Patricia: Qué maravilla tenerte por aquí. Tú que sí brindaste y compartiste como nadie con el Zorro. Qué belleza!

Deyanira: Mil gracias por leer, comentar y sobre todo por disfrutar de estas anécdotas. Es que, de alguna manera, todos conocimos a Guy Williams y tenemos un montón qué agradecerle.

Julieta: Imagina tú, entonces Diego lleva su nombre por esta razón. Ha sido una elección magnífica, ojalá un día podamos brindar entonces con tu hijo Diego, prometo contarles esta historia en persona para que nos riamos un rato.

Abrazos fuertes,
Jose

María Antonieta Arnal Parada dijo...

Me gustó tu historia. Aunque nunca fui a esa casa, conozco a los personajes. En cuanto al Zorro o Perdidos en el Espacio, estoy contigo. Me gustó más Perdidos en el Espacio. De hecho, el Zorro no lo he visto, sólo en propagandas.

bea dijo...

Jose, que historia maravillosa, quien te dijo que escribieras de ciencia ficcion ? , como reza el dicho la realidad la supera siempre. Y creeme la cuentas demasiado bien. No brinde frente al retrato pero lo huebiese hecho. Creo que me se los dialogos del Zorro gracias a mi abuelo, que mientras vivio una temporada en mi casa no dejaba pasar una tarde sin verlo, y no nos dejaba ver el Chavo que era a la misma hora...Y despues me case con Arturo que cuando la retrasmitian se molestaba porque no lo hacen en el orden cronologico correcto. Y bueno Paula saber que eres "sobrina" de el Zorro hace que me caigas aun mejor