jueves, 28 de septiembre de 2006

A destiempo y sin saber


- Yo siempre llego tarde – fue su frase introductoria- Me refiero a las relaciones, no a ser impuntual. Yo siempre llego cuando ya el tipo está comprometido con otra o justo cuando ya no quiere saber nada de relaciones- Y apenas terminó de decir su humilde presentación ya se arrepintió. “Qué pésima manera de romper el hielo, con razón estás sola”.
- Ah, mira tú, yo en cambio soy ése que nunca entiende nada. No me entero de nada. Soy siempre el último en darse cuenta, y cuando por fin me doy cuenta, lo poco que entiendo lo entiendo mal –respondió Él tratando de ser solidario y gracioso, pero sintiendo que a medida que salían las palabras de su boca se iba convirtiendo en el tipo más torpe y patético del universo y sus alrededores.

Esa noche se fueron derrotados a sus respectivas casas. En paralelo reprodujeron el mismo performance de autoflagelación. “Qué cagada, qué torpeza, con razón todo acaba saliéndote mal, otra salida más que no te lleva a ningún lado, eres un desastre, qué manera de arruinarlo todo a las primeras de cambio”.

Sin embargo volvieron a quedar para el día siguiente; por no dejar, para jugarse el último cartucho, para sacarse aunque fuera las ganas de los huesos. Y esta vez se fueron juntos y estuvo bien. Igual que al día siguiente que fue mundial. Idéntico al otro día que fluyó aún mejor. Y al otro. Y al otro. Y así durante miles de otros días más.

Ella -en secreto, sin comentarle absolutamente nada jamás- se fue percatando de que la acumulación de tantos delays, esa sumatoria aglomerada durante años de desfases y retrasos, había jugado esta vez a su favor. De tanto llegar a destiempo había por fin logrado enredar al reloj. Por una vez en la vida había llegado justo a tiempo en el momento indicado para llegar.

Él, en cambio, se quedó una vez más sin entender. ¿Qué cosa extraña habría ocurrido en ella para que se fijara en él?

Menos mal que no entiende, ojala no llegue nunca a entender. De su ignorancia pende su buena suerte. En estas cosas, más que en ninguna otra, no hay absolutamente nada qué entender.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

...Pero si yo conozco a ese par!

Ophir Alviárez dijo...

A veces, por andar tras la búsqueda de "respuestas" que casi siempre existen, perdemos detalles, momentos y hasta las ganas.

Quizás valdría una receta antigua: "cierra los ojos y siente" para vencer temores, paradigmas, tabúes y atrevernos a ir más allá.

Quizá...

OA

Clavel Rangel dijo...

A alguien se le salieron las costuras...

Anónimo dijo...

y que se siga enredando el reloj...