1.- ¿Cuál es tu
libro del día? (breve reseña del libro haciendo énfasis en sus aspectos más
sobresalientes para el lector)
Principiantes
de Raymond Carver (Anagrama, Colección Panorama de narrativas, 2010). Es un
libro de relatos que se me antoja pertenecen a una extraña categoría caracterizada
por una contradicción, por un oxímoron fascinante: el costumbrismo fantástico.
Allí Carver, sin florituras, sin adjetivaciones innecesarias ni anestesias
parte de simples escenas de la cotidianidad pero las convierte en explosiones y
mazazos que te estallan en el cerebro. Es como si se pudiera reproducir un
hongo atómico pero en su versión casera, en la intimidad de nuestra sala o en
la habitación. Son una cosa mínima pero prodigiosa, trascendente, de gran poder
significativo. Los relatos de Principiantes
parten de una conversación de hombres de a pie en una barbería, o de una escena
de pesca entre un padre y su hijo, o de una sencilla sobremesa entre dos
parejas que se cuentan sus vidas, o del sentimiento de remordimiento que
asfixia a un hombre después de una infidelidad… y a partir de esos fragmentos
de cotidianidad comienza a tejerse un universo lleno de vértigo, de hermosura,
de horror y sorpresa, todo a la vez; coronados con unos finales que son la cosa
menos parecida a un final y que precisamente por eso dejan al lector devastado
y sin aliento, intentando cazar una de esas ramificaciones abiertas por Carver
para construir mentalmente otras historias y posibles desenlaces. Son espacios
cerrados pero de máxima apertura.
En Brazil, la película de Terry Gilliam,
hay una secuencia donde la madre del protagonista se sienta a cenar en un
restaurant tocada por un curioso sombrero que tiene forma de zapato. Esa imagen
me parece una metáfora perfecta de los cuentos de Principiantes: Carver es un mago haciendo esos zapatos que sirven
para ponérselos en la cabeza y también haciendo sombreros que calzan misteriosa
y perturbadoramente en nuestros pies.
Últimamente, en
conversaciones con amigos escritores, se ha hecho frecuente el comentario de
que las editoriales cada vez parecen estar menos interesadas en publicar libros
de relatos, “que eso no vende”, por lo que prefieren las novelas. De ser cierto
ese panorama que avizoramos, significaría una verdadera lástima y una tragedia.
Los libros de cuentos son necesarios, fascinantes y valiosos. Y pensar en Principiantes de Raymond Carver me hace
pensar en un segundo libro del día, otra obra compuesta de relatos repletos de
hongos atómicos caseros y de magistrales zapatos que sirven para ponérselos de
sombrero o guante: La máquina clásica
de Roberto Echeto.
2.- ¿Algún placer
culposo literario?
No, la verdad es que
mis “culpas literarias” las cargo y asumo con mucha honra. Soy lector asiduo de
ciencia ficción, de cómics, novelas gráficas, libros ilustrados, de mucha de
esa literatura considerada por algunos como “menor” comprendida en los libros
para niños y jóvenes. Con toda desvergüenza y convicción soy capaz de elevar a
obras y a autores de las narrativas gráficas y la Literatura Infantil y Juvenil
a las alturas de un Borges o un Hemingway. ¿Es eso criticable o incorrecto?
Pues, si lo es, tendré que confesar que me gusta estar en el camino de lo
indebido.
3.- ¿Un libro que haya marcado un antes y un
después? (lo mismo, sería agradable contar porqué el libro cambio su vida)
Tendría que mencionar 3 libros:
Crónicas marcianas de Ray Bradbury: Fue un regalo de mi padre cuando
yo tenía 15 años. En ese entonces yo era ya lector asiduo de ciencia ficción
pero aún no había tenido el placer de enfrentarme a un autor del género capaz
de derribarme las defensas no sólo del cerebro sino las del alma. Llegó
Bradbury con sus Crónicas marcianas y
allí encontré el paquete perfecto, el de una ciencia ficción entrañable. Se
despertó entonces en mí una gana aún superior a la de jugar al fútbol, yo
quería leer –y con suerte escribir algún día– cosas como esas.
La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares: Es un libro al que he vuelto
varias veces a lo largo de las diversas etapas de mi vida. Siempre resulta una
experiencia distinta pero también siempre fascinante. Descubrir en La invención de Morel esos elementos de
la literatura fantástica pero elevados al nivel de la gran literatura, de la
mano de ese maestro descollante que es Bioy Casares –y además en la propia
lengua, sin el filtro de la traducción– es algo que me hizo y me sigue haciendo
pensar: por aquí van los tiros de lo que me gustaría promover y hacer con
respecto a la literatura.
Plataforma de Michel Houellebecq: Es de esos libros
magistrales que a mí, en lo personal, me potencian inclementemente las ganas de
leer y también las de sentarme a escribir. Es una novela deliciosamente escrita
y estructurada, una suerte de mamarrachada sublime, repleta de decadencia y
belleza, también de erotismo, patetismo y desencanto; y en medio de ese asco contemporáneo
florece el amor. Gracias a esa lectura de Plataforma,
que funcionó como un terremoto interior para mí, tomé hace unos años una
decisión: basta ya de pensar “algún día voy a escribir mi propia novela”, siéntate
ya de una buena vez a escribirla y déjate de procrastinar y de tanta
planificación sin concreción. Así pues, terminada Plataforma, me dediqué a escribir Experimento a un perfecto extraño, novela que con el favor de las
Moiras será finalmente publicada por Sudaquia editores a finales de este año.
Esta entrevista fue publicada originalmente en el blog Libro del día.
2 comentarios:
Si ese libro lo escribe el autor de Rostros de Viento, ya está asegurado su éxito; sin duda, mi escritor joven preferido.
El mío también, con semejante introducción, ya quiero abrir esa caja y mi chupete!
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