viernes, 3 de noviembre de 2006

Ahogando sus penas...

Inspirado en International Space Station II de Figurine


Hacía días que lo venía notando extraño. Aún más raro y distante que de costumbre. Silencioso, especialmente irritable. Finalmente, y con gran pesadumbre, como si un problema de descompresión estuviera obligándolo a sentir todo el peso de la gravedad encima, Él se acercó y tomó asiento. Interpuso una gran copa de vino entre sus cuerpos, tan grande y larga como la cara de circunstancias que traía.

Él: ¿Recuerdas qué día dejamos la Tierra? Para mí han sido milenios, millones de años.

Ella: Son exactamente 3 años, 2 meses, 14 días, 13 horas, 7 minutos. El mismo tiempo que tenemos conociéndonos. Lo sé porque es el mismo tiempo que llevamos amándonos.

Él: Pero es tiempo suficiente también para serte honesto: me gustan los humanos más que las máquinas.

Ella: Yo hubiera esperado que no hubiésemos llegado tan lejos para escuchar eso.

Él: Pero si quieres te ofrezco que seamos amigos. En honor a todo lo que nos quisimos

Ella: Pues no. Antes de verte con otra prefiero verte flotando solo en medio del espacio.

Pero antes de que ocurriera una escena lamentable de celos él se apresuró en vaciar la copa. Rápidamente y con movimiento preciso se la arrojó encima. Dejó que cada gota de vino helado le enchumbara los circuitos, le ahogara la tarjeta madre, se escurriera por esas mismas rendijas que segundo antes respiraban amor puro por él.

La estuvo contemplando hasta que su último bombillo se apagó.

Se sintió libre. Empacó. Presionó sonriente el botón rojo de “volver a casa”.


4 comentarios:

EBE dijo...

y mis baterías recargables dónde están?

Arcangel Vulcano dijo...

Me imaginé un romance con mi computadora, aunque el día que decida romper con ella, la vendo barata, y me compro una muñeca inflable, antes que quemarle sus circuitos con vino. Felicitaciones, estás más creativo cada día. Gran Saludo José...

Unknown dijo...

Sí, definitivamente se siente bien, una vez también yo le arrojé una copa de vino a un androide que ya traía sus circuitos dañados, ví como quedé libre y pude volver a casa, donde siempre se puede encontrar humanos esperando por nosotros. Aunque me preocupa, como dice el señor arcangel vulcano, creo que casi todos tenemos una extraña relación con nuestras computadoras, básicamente nuestra vida depende de su memoria, terrible y exquisita dependencia.

Mar dijo...

juas!! tábueno, qué cosas.